miércoles, 18 de agosto de 2010

CAPITULO 28º: EL LOCO QUE DABA VUELTAS EN EL TIRO, EN CALZONCILLOS BLANCOS.

CAPITULO 28º: EL LOCO QUE DABA VUELTAS EN EL TIRO, EN CALZONCILLOS BLANCOS.
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO DE JABUGO EN 1950
Un buen día a la hora del recreo en el patio de las escuelas. Un niño nos llamo la atención diciendo: ¡mirad hay un loco en el Tiro dando vueltas en calzoncillo blanco¡ ¡Allí¡ en el campo de futbol. Mira va corriendo de portería a portería: De gol norte a gol sur por todas las bandas.
Dejamos de jugar todos y nos pusimos expectante apoyados a la baranda y mirando con dirección al Tiro Pichón.
Todos vimos por entre la pingorota de los castañares al hombre que aparecía y desaparecía en aquella explanada donde un día estuvo de paso el Gran Circo Prince que tanto nos maravilló.
El hombre iba corriendo dando vueltas y más vueltas, hasta que salió Don Francisco alentados por tanta expectación y jaleo. Y nos dijo:
¡Qué pasa¡ ¿Qué es lo que miráis?
¡Mire Don Francisco! hay un loco en calzoncillo blanco; en el tiro dando vueltas¡
¡No niños¡ Ese no es un loco en calzoncillos sino que se trata de un hombre que hace ejercicios físico con sus calzonas de deportes blanca, para ejercitar y desentumecer los músculos manteniendo el cuerpo en perfecto estado y poder jugar el domingo al fútbol con su equipo.
Posiblemente se trate de Esnaola o Rogelio del Real Betis balompié; que está pasando una temporada de verano aquí en el edificio del Tiro. Invitado por los padres salesianos del Hogar de San Fernando de Sevilla.
O a lo mejor se está curando de una convalecencia de alguna afección de pulmón que haya cogido y los médicos le ha mandado que venga a respirar el oxigeno puro que tiene el aire de nuestra sierra.
Todos quedamos enterado de que aquel futbolista solitario del Real Betis estaba entrenándose. Pero que nosotros no sabíamos el significado de aquella palabra.

Al entrar en clase se dirige Don Francisco a mí y me dice: ¡Antonio Pedro coge este cenicero y tíralo¡.
Don Francisco fumaba más que un carretero. No había terminado un cigarro cuando empezaba otro.
El cenicero estaba llenito de colillas de cigarros que el liaba y que se trataba de la marca de Cardo Gallina. De cada cigarro que traía el paquete. El sacaba dos liándolos más finitos.
Yo cogí lo que aquello no se parecía un cenicero nada más que por las cenizas y colillas que rebosaban. Porque realmente se trataba de una tapadera de una lata de un bote de cartón de leche en polvo llamada Pelargon que tomaban los niños recién nacidos.
Procurando que no se callera ninguna colilla al suelo de la clase me dirigí al patio del recreo con tan semejante carga.
Al llegar junto a la barandilla que miraba a la Yutera. Le di un giro en el aire al cenicero que fue a caer cerca de mis dominios en le Bacie de la calleja.
Cuando volví a clase me senté en mi pupitre y me dice Don Francisco:
¡Antonio Pedro¡: ¿ y el cenicero?
¿Po… no me ha dicho Usted que lo tire? ¡Po… lo he tirado¡.
¡Anda¡ ¡Anda¡ ve a por la tapadera y me lo pones aquí . Encima de la mesa sin colillas.
Cuando volví con la tapadera ya limpita y se la puse en su mesa. Se queda mirándome las rodillas y me dice: ¿Qué es eso tan feo que tienes en la rodilla?
Que el Falino me ha dicho; cuando me caí esta mañana por la cuesta abajo que me pusiera la tela tupida de araña blanca de los agujeros de la tapia. Porque dice que, con eso; se me cura pronto las herida.
¡Anda¡ ¡Anda¡ vete corriendo al dispensario del ayuntamiento donde está tu madre y que te cure esas rodillas. Que ella sabe cómo hacerlo. ¡Vamos rápido¡ antes que se te infecte y te tengan que cortar la pierna.
FIN DEL CAPITULO 28º: EL LOCO QUE DABA VUELTAS EN EL TIRO EN CALZONCILLOS BLANCOS.
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO DE JABUGO EN 1950
Un saludo de DON PEDRO YUNIOR (CONTINUARA)

2 comentarios:

  1. ¿Pedro no sabe usted nada de sus antiguos compañeros de batallas?

    ResponderEliminar
  2. RESPONDIENDO A MARIA:
    DE MIS AMIGOS DE BATALLA NO SE QUE FUERON DE ELLOS DESDE QUE ME DESPEDI DICIENDOLES ADIOS DESDE LA VENTANILLA DEL SAURE EN AQUEL AÑO 1959.
    LA DISTANCIA ES EL OLVIDO.
    PERO AQUÍ ESTOY YO PARA HACER REVIVIR AQUELLOS RECUERDOS CON MIS CAPITULOS.
    Y DESEARLES QUE ESTEN DISFRUTANDO DE BUENA SALUD JUNTO A SUS ESPOSAS E HIJOS Y TAMBIEN NIETOS.
    UN SALUDO DE ANTONIO PEDRO.

    ResponderEliminar