sábado, 31 de julio de 2010

CAPITULO 21 MI VECINA LA TITA ANA DEL LIBRO DE AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO DE LOS AÑOS 50

CAPITULO 21 MI VECINA LA TITA ANA DEL LIBRO DE AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO DE LOS AÑOS 50
Quisiera dedicar un capitulo a mi vecina La TITA ANA.
Mi Vecina de enfrente de mi casa La buena de mi Tia Ana la de mi Tio PEPE el cajero de Sanchez Romero Carvajal
La casa de mi vecina la de enfrente era de Mi tita Ana. Yo merodeaba por allí siempre curioseando. Porque allí había mucho que ver y aprender; Puesto que el Tio Pepe el cajero de Sánchez Romero siempre estaba abajo en la bodega de esa casa terminando algún bodegón de encargo. Que por cierto quedaban preciosos. Era un verdadero artista. No solamente pintaba bien sino que arriba tenía un taller de carpintería donde fabricaba los juguetes para todo el pueblo y que exponía en el escaparate de su ventana cuando se aproximaba la fecha de los Reyes Magos.
A mí me regalaron los Reyes Magos un bonito camión de madera hecho por mi Tío Pepe; que transportaba saquitos de arena y tenía un pico y una pala muy pequeñita y una cuerda de un metro de larga por donde tiraba de él y le daba movimiento; ilusionándome un montón.
A fabricar estos juguetes de madera le ayudaban sus dos hijos Jorge el padrino de mi hermano y el más pequeño: José.
Un bodegón lo donaba para que se rifara en la tómbola diocesana.
Y le toco a una pobre mujer del barrio viejo. Mi madre que había visto como se pinto el cuadro. Le propuso a esa mujer comprárselo y le dio quinientas pesetas de las de entonces.
El bodegón era precioso. Estaba compuesto por una ristra de ajos un caldero de latón una caja de madera con su relleno de paja y sus tres botellas de reserva de vino tinto riojano y una lata de conserva de pimientos del piquillo. Mi madre le había prestado para que los pintara una tinaja pequeña esmaltada en color verde de cerámica y un candil de bronce de pie alto de sobremesa con sus cuatro mechas. Creo que se llamaba Velón. Y para culminar el cuadro también tenía en su parte izda. Un hermoso melón de piel de sapo. Era una bonita composición que parecía todo tan real. Que daba admiración el contemplarlo.
Un buen día entre como muchas veces en casa de mi TITA ANA la vecina de enfrente y me cole en donde estaban sus dos hijas mayores Gloria y Celia haciéndose un vestido como buenas costureras que habían aprendido el corte y confección.
Me vi solo en aquella sala y quise curiosear haciéndome mayor con una gran tijera de sastre que estaba encima de la mesa de trabajo y que me llamaba mucho la atención.
Al coger la gran tijera. Experimente como se cortaba, por mi mismo y sin posibilidad de que nadie me enseñara. Por no haber ninguna persona mayor que me dijera con todos los tactos pedagógicos y todos los detalles posibles que hicieran comprender la peligrosidad de cualquier herramienta en las manos de un niño.
No había nada mas que escuchar aquello de: ¡niño eso no se toca¡ ¡niño eso es peligroso¡ ¡niño que no te vea yo que tocas las tijeras ¡!niño eso te puede cortar un dedo¡ ¡niño¡: ¡cómo te vea tocar la tijera te doy una guanta que te arranco la cabeza¡ etc. (Así estaban las cosas y espero que así, no siguen).
A través de los años fui comprendiendo que los niños en ese aspecto eran ignorados y nadie le enseñarían a manejar una herramienta con la que pudieran hacerse daño. El niño se tenía que conformar con esperar y aguantar sus impulsos de querer aprender hasta que fuera un hombre y que alguien le dijera después como funcionaba. O cometer la imprudencia que hice yo: Echarle valor y aplicar el antiguo lema de:” Cortando cojones se aprende a capar” Granjeándome la mala fama de niño travieso.
Después de cometer aquella travesura de niño chico; vino el interrogatorio.
No me puse colorado en la rueda de preguntas. Puesto que no entendía que yo hubiera hecho tanto estropicio cortando un simple papel. y negaba toda acusación que me hacían. Por no saber lo que había pasado y no porque tuviera mucho rostro y disimulara muy bien. Sino porque yo no vi la cinta métrica de sastrería que estaba debajo de aquel fino papel que ni siquiera levante para cerciorarme, sino que como niño que era. Fui impulsado por la curiosidad e introduje el pico de la tijera en el papel que estaba sobre la mesa y que era un patrón de un vestido. Creyéndome que solo cortaría el papel y accionando con todas mis fuerzas con las dos manos porque se resistía a cerrarse. Nunca pensé que aquel papel tan fino pusiera tanta resistencia a ser cortado. Y conforme se cerraron las dos hojas de la tijera así lo deje. Pensando que no había hecho nada malo.
Con esa acción pensé que había logrado imitar a mis mayores hasta conseguir cerrar la tijera escuchando un chasquido seco del cierre y dejando todo como estaba. Pensando para mis adentros: Yo ya se cortar y hacer cosas. Yo ya soy “un mayor”.
Nunca se supo quien había inutilizado la cinta métrica que estaba debajo del papel; Partiéndola con un corte seco de tijera por la misma. O al menos así era como yo creía. Puesto que nadie me lo recriminó nunca más, ni nunca jamás se hablo de aquella travesura de niño.
Siempre creí que la buena de mi Tita Ana pensaba que yo no había sido. Porque un niño de cuatro años no tiene suficiente fuerza para hacer aquello. Ella les echaba las culpas a sus dos hijas mayores.
Yo siempre lo creí así porque de aquello no se entero ni mi Madre.
Si se hubiera enterado hubiera habido San Palermo.
Aunque siempre me quedó la duda de si se callaron para que ella no se enterara o simplemente les quedaron la duda de si ciertamente había sido yo.
Lo cierto es que a un niño es muy fácil de engañar.
A partir de ahí por vergüenza fraccioné la entrada en aquella Santa Casa.

Por aquella fecha pasó un cometa que volvería transcurrido cien años.
Mis vecinos vinieron a altas horas de la noche para poderlos divisar mejor.
Mis padres los condujeron hacia el huerto o corrar. Y allí pudimos verlo todos perfectamente con su larga cola.
Un buen día: Celia y Gloria nos puso la vacuna de la exterminada epidemia de la viruela.
Mi madre les proporcionó el bote de la vacuna y ellas nos arañó con un plumier de escribir en las nalgas o en el brazo. Originándonos a los dos días un gran postillón y algunas decimas de fiebre.
En las tardes de los largos verano, por la fresquita sacábamos las hamacas y las sillas en medio de la calle y sentados saludábamos y veíamos pasar a los vecinos con dirección al paseo.
FIN DEL (CAPITULO 21 MI VECINA LA TITA ANA) DEL LIBRO AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO DE JABUGO EN LOS AÑOS CINCUENTA UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (CONTINURA)

jueves, 29 de julio de 2010

PARA LA INVESTIGACION DE SANCHEZ ROMERO CARVAJAL Dirigido al forero 525 Félix Sancha SOBRE EL TEMA DEL EDIFICIO DEL TIRO.

11-04-10 12:11#5069184
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RE: PARA LA INVESTIGACION DE SANCHEZ ROMERO CARVAJAL Dirigido al forero 525 Félix Sancha Telf. 608587852 y su trabajo de investigación.
PARA LA INVESTIGACION DE SANCHEZ ROMERO CARBAJAL y EL EDIFICIO DEL TIRO
El propietario del Tiro: Don Manuel García Moreno El constructor del Tiro De Pichón. Debió conocerlo bien mi difunto padre nacido en 1905 de apodo “Don Pedro”, Jabugueño por los cuatro costados y de profesión Albañil.
Se fue siendo joven a la primera EXPO de Sevilla a trabajar y según le oí decir tardaban una semana en llegar atajando por caminos y veredas y contaba que llegando al Algarrobo (pueblo cerca de Sevilla) se acercaron a un pozo a beber y cuando estaban subiendo la carrucha jalando de la soga con el ruidito que experimentaba el oxido de aquella rueda metálica al dar vueltas sobre su eje, se extendía el eco por todo el campo, de tal modo que escucho una voz humana montada a caballo que acudía galopando hacia él con un palo en forma de cachiporra al hombro. Que le decía: ¡no pares¡ ¡no pares¡ ¡Sigue sacando agua al abrevadero¡ ¡No se te ocurra parar! y cuál sería su sorpresa que al mirar hacia atrás, estaban seis toros negros con la cabeza y los cuernos detrás de él.
Ya se podéis imaginar esos toros apartados para una corrida Sevillana bufándole por el pernil y enseñándole los cuernos por la cintura.
El vaquero insistía en que no dejara de sacar agua y él agotado por el miedo y de tirar de la soga llenando cubos de zinc con esos toros muerto de sed igual que lo estaba mi padre.
Cuando ya se jartaron de beber mi pobre padre no sabía si olvidarse de la sed o cambiarse de pantalones o tirarse dentro del pozo vestido y todo.
Estando la cabeza de esos bichos disecada en la pared de un restaurante ya impone ver sus grandes ojos. Cuanto más en esas circunstancias.
Lo cierto es que los toros acudían siempre que escuchaban la carrucha y la picaresca sevillana de aquellos tiempos, me hace suponer que el vaquero se quitaba siempre de trabajar en el pozo.
Allí en esa 1ª exposición aprendió a poner piedras sobre piedras y hacer arcos de medio punto y a alicatar la Plaza de España Con cerámica de la cartuja y de los alfareros de Triana y del Marqués de Pigman.
Cuando volvió de nuevo a su pueblo natal se trajo un gran bagaje de conocimientos nuevos que le ayudaron a formar parte del equipo que construyo el Edificio del Tiro.
Una vez también le oí contar a una persona otra anécdota: Tubo que coger por los hondillos a un compañero que se caía al precipicio desde el andamio donde trabajaban poniendo piedras para construir la torre del Tiro. De no haber sido por los reflejos de mi padre hubiera sido una tragedia en el pueblo.
En una ocasión y en una corta instancia a mediado de los años 50. Vino al pueblo un inglés que se hospedaba en una pensión de la calle barco. Yo recuerdo ver a mi padre y al inglés sentado en la puerta del Casino Central charlando animosamente. Podría tratarse de un arquitecto que dirigiera los trabajos del gran edificio.
En el doblado de mi vieja casa, veía muchas escuadras y cartabones muy grandes fabricadas con listones de madera y forradas con chapas de cinc y otro tipos de herramientas que solo sabían usarlas los que se fueron y se llevaron al cielo su sabiduría.
Los edificios de aquella expo aun siguen en pie en el Paseo de La palmera. Los de la Expo del 92 no.
Al igual que lo que te conté de mi Madre, espero que te pueda servir de algo todo lo que te cuento aquí.
(Un saludo) DON PEDRO JUNIOR (CONTINUARE ESCRIBIENDO)



11-04-10 14:18#5069711
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RE: PARA LA INVESTIGACION DE SANCHEZ ROMERO CARVAJALEl edificio del Tiro donde trabajo tu padre debió ser el blanco, es decir el de estilo colonial, construido en los años 20 a 30, ya que el de piedra es de Anibal Gonzalez, y es anterior de las fechas en que tu padre pudo trabajar en él. El blanco se hizo despues de la Expo de Sevilla-Barcelona, el de piedra antes de ella.

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PARA LA INVESTIGACION DE SANCHEZ ROMERO CARVAJAL Dirigido al él forero 525 Félix Sancha

01-04-10 23:18#5012999
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PARA LA INVESTIGACION DE SANCHEZ ROMERO CARVAJAL Dirigido al él forero 525 Félix Sancha Telf. 608587852 y su trabajo de investigación.
PARA LA INVESTIGACION DE SANCHEZ ROMERO CARBAJAL
01/04/2010
Para señora con” redaños” mi pobre madre que en paz descanse ¿no sé de dónde sacaba tanta fuerza? Y también se remangaba para trabajar y no se le caían los anillos porque mi madre no era de esas que soliera mover las muñecas para tintinear sus pulseras de oro sentadas en sus sillones de mimbre allí en Casino Central.
Creo que te podre aportar poco en tu investigación sobre la familia Sánchez Romero Carbajal el de aquellos jamones que tenían enganchado un alambre fino trenzado que sujetaban una chapa de color amarillo y forma ovalada y un plomo circular que le serbia de precinto. En la chapa pintada de amarillo había un dibujo muy característico, era de un cerdito sentado en un columpio y otro cerdito lo remecía.
Estos perniles como bien te han contado llegaban en un camión a la Plaza Nueva de Sevilla frente del a Ayuntamiento en el lado este de dicha plaza había una pensión u Hostal fonda donde pernoctaban los camioneros que traían artículos de nuestros pueblos.
Por detrás de dicho hostal estaban los almacenes de estos artículos venidos de la sierra y allí se negociaba con ellos.
El propietario de todo ese frente o ala de la Plaza Nueva dejo sus propiedades al morir en herencia a todos los empleados que trabajaba con él en la pensión y en los demás aledaños.
Una camarera del Hostal también recibió en herencia una acción participativa de aquel negocio.
De aquel frente de la Plaza Nueva se hicieron cargo unas constructoras con sus promotores que echaron abajo los edificios y en su lugar construyeron el Hotel Inglaterra y un Bloque de pisos y demás locales comerciales. De los negocios de la parte trasera no quedo nada.
A la camarera le dieron los “aguilillas” de turno 100 pesetas de las de entonces, por su acción que tenia heredada y Santas Pascuas.
Hoy en día todos podemos o tenemos acceso de alguna u otra manera a comer jamón alguna vez. Pero antes solo podían comerlo los llamados ricos o gente pudiente.
Concretamente esos jamones con la chapa amarilla eran degustados por los médicos de Sevilla o por los abogados o directores de grandes empresas o por los notarios y la mayoría eran regalados por haber colocado a un hijo o por haber curado a una hija o por cualquier otro motivo de agradecimiento.
Hay que hacer constar que antes se estilaba mucho el dicho de: “el que no es agradecido no es bien nacido”.
Fueron el paladar estos colegiados estos directores estos licenciados los encargados de airear la tan merecida fama mundial del pueblo de Jabugo.
Pienso que te podre aportar poco pero si algo te vale me sentiré muy complacido de haberte ayudado.
Solo te puedo contar cosas que llegaron a mis oídos, cuando era un adolescente allá en década de los cincuenta con mi infancia algo traumatizada por las continuas desavenencias de mis padres. El tan mayor y ella con quince años menos.
Empezare contándote que mi pobre Madre (qepd). Matrona y Practicante oficial de Jabugo tenía el consultorio al lado del Ayuntamiento frente al ala izda. Del porche de la Iglesia y detrás del mercado de Abastos.
Mi madre gozaba de gran amistad con esa familia que tú investigas e iba a inyectar a Aurorita Sánchez la hija de Don Rafael Sánchez Romero que criaba gallinas ponedoras de la raza Castellana en una granja al lado de la afamada Fábrica de Jamones. Una vez acompañe a mi madre y pude ver los cientos de pollitos recién nacidos sobre una tarima circular en el suelo con una gran lámpara de color rojo que colgaba del techo y que les proporcionaba calor.
Mi madre en sus visitas casi a diario mantenía grandes y largas conversaciones con Aurorita y también recababa información de ¿cómo se criaban las gallinas? de su cuidado ¿Cómo se curaban a los pollitos recién nacido ante una posible pandemia?… etc. Si viviera mi madre nos podría contar muchas más cosas de esa familia.
Yo vi a mi Madre administrarle alguna vez con un cuenta gotas y abriéndoles el pico a unos pollitos que tenía una gallina cueca en el doblado de mí casa. Mi madre no las criaba en plan industrial sino dos o tres gallinas con su gallo por simple entretenimiento y también porque en aquellas fechas había escasez de todo y todos pretendíamos ser autosuficiente. Por no haber no había ni cubo de basura orgánica todo se reciclaba en la propia casa. Hasta el papel de estraza serbia para hacer cuentas y encender la anafe.
A Leoncio el tendero. El quince de cada mes se le acababa el azúcar en el cajón y solo le quedaba algunos turrones apelmazados con trozos sueltos de hilachas del saco de yute que los transportaba.
Aun quedaba algo de café de Portugal de estraperlo en bolsa de plástico marca el Camelo o la Gitana o la Rosa.
Mi pobre Madre al llegar a Jabugo con veinte y tantos años tan joven y ocupar la plaza vacante de ATS y verla esta buena familia de Sánchez Romero tan sola y tan decidida y con tanto arrojo valentía reaños y en concreto tan afanosa y emprendedora, quedaron admirado de esta guapa mujercita foránea de Hinojales que rápidamente quedo vinculada al pueblo de Jabugo y sus gentes porque Jabugo es así de solidario y hospitalario. Más si el que llega al pueblo demuestra valía.
En el jardín de la granja recuerdo ver desde la carretera un gran árbol con hermosas granadas. Concretamente estaba sembrado en los cimientos del bar de Manuel Ángel (qepd) propulsor y creador del gran cocido Jabugueño.
Bueno si recabo más información te la hare pasar para que culmines tu trabajo. Espero haberte servido de alguna utilidad. (Un saludo) de DON PEDRO JUNIOR (CONTINUARE ESCRIBIENDO)


02-04-10 14:57#5014317
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RE: PARA LA INVESTIGACION DE SANCHEZ ROMERO CARVAJAL Es cierto todo lo que este foreros aquí explica. Con respecto a los almacenes de las traseras de la Plaza nueva, decir que resistieron un par de décadas a la construcción del Hotel Inglaterra, y mientras alli se siguieron vendiendo los jamones de Sanchez Romero. Creo que esos almacenes pasaron a la familia de Pascual Nieto, vinculado u oriundo de la Aldea de Los Romeros. Eso es algo que no puedo asegurar y que debería investigar Felix Sancha.


05-04-10 14:38#5024602
TIERRA DE NADIE Registrado: 16-09-2009
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RE: PARA LA INVESTIGACION DE SANCHEZ ROMERO CARVAJALMUCHAS GRACIAS POR LOS DATOS, SIN DUDA IMPORTANTES,PUES EN MI INVESTIGACIÓN-LA INDUSTRALIZACIÓN JABUGUEÑA- TAMBIÉN HABRÁ UN CAPÍTULO MUY ESPECIAL PARA TODOS AQUELLOS TRABAJADORES Y TRABAJADORAS QUE DEJARON SU VIDA EN SÁNCHEZ ROMERO CARVAJAL, CONTRIBUYENDO A FORJAR LA LEYENDA DEL JAMÓN DE JABUGO, Y DEL QUE TODOS LOS JABUGUEÑOS, DE NACIMIENTO O ADOPCIÓN, SOMOS DEUDORES. Félix Sancha Soria. Ip Registrada - Condiciones de uso.DENUNCIAR ABUSO - BORRAR | RESPONDER MENSAJE | VOLVER AL FORO

CAPITULO 20º: (cuarta parte): LA FINCA DE VALDELACANA

CAPITULO 20º: (cuarta parte): LA FINCA DE VALDELACANA
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950

Mi padre también tenía en la finca una cabra de color negro que nos proporcionaban la leche y que nos la traía todos los días en una pequeña cantara de aluminio.
En una ocasión le oí decir a mi madre que: Cuando me tuvo a mí. No podía darme leche porque ella se le cortó. Y me puso una mantita debajo de la cabra que era muy mansita y cogía sus ubres y me amamantaba de ella.
En aquella finca se engordaban; Dependiendo de cómo venían ese año de cargadas las encinas de bellotas, entre cincuenta o cien cochinos Ibéricos negros; En el periodo de la montanera.
Podían poner las once arrobas necesarias para ser vendidos a los distintos mataderos. Y se solía coger el más cercano por aquello de ahorrarse el porte.
Mi padre solía venderlos en el mismo Repilao; concretamente en un matadero que estaba enfrente de la gasolinera. Creo que se llamaban Los Delgados o algo así.
También mi padre arrendaba los pastos de aquella dehesa a un pastor del norte de España que venía con un gran rebaño de ovejas y que las traía en ferrocarril hasta el Repilao.
Este pastor sabía fabricar con una simple navajilla unas cucharas de madera de encina y de cuerno o asta de toro. Eran de exposición y estaban muy bien hechas, También fabricaba cucharros de los nudos de corteza del árbol del alcornoque.
A la cuchara de encina les dejaba un prominente grosor de media esfera en el extremo del mango; que era usado para majar los ajos junto con la sal en el hornazo o cuenco; también de madera donde se elaboraba el gazpacho.
A la finca se solía ir por dos sitios. Uno era el de la carretera abajo con dirección a los Romeros y una vez pasado el puente de la ribera. Se tiraba por un camino hacia la derecha y a unos cien o doscientos metros; muy cerca del puente se encontraba un tejar que mi padre solía tirarse largo rato charlando con el que fabricaba las tejas árabes y ladrillos de taco de arcilla roja. Allí había una pequeña depresión en el terreno y se veía un horno que funcionaba con madera de encina donde se cocían las tejas y ladrillos que cubrían todos los tejados y tabiques de las casas. Las tejas de abajo era menos cóncava que las que se colocaban arriba.
El otro camino era cruzando la vía del tren por debajo de la estación de ferrocarril y atravesando la ribera cerca de donde estaba la fábrica de electricidad de Santa Teresa.
El artesano alfarero estaba allí con un muchacho que debía de tratarse de su hijo. Por aquello de.” El hijo del músico es músico” y “el hijo de la carnicera es carnicero” y el del albañil es albañil etc... Bueno al menos antes era así. Eso hoy en día ha cambiado.
En el transcurso de este medio siglo ha habido muchos cambios. Es más yo diría que diariamente se sigue cambiando. Y lo que hoy es negro mañana es blanco.
En aquella época de los 50; no cambiaba nunca nada. Hasta los precios permanecían siempre estables e inamovibles.
Los mayores cambios han venido con la democracia. Bueno diremos que fue con la entrada de Felipe González al poder; y su eslogan del autobús de campaña: “BOTAR AL CAMBIO”.
En la etapa Franquista; si una casa te había costado cinco mil reales. Se mantenía ese valor durante decenas y decenas y decenas de años. El mayor movimiento de precio, lo hemos vivido en la etapa del ladrillazo. Justo, poco después de la EXPO del 92 en Sevilla.
Después de esta Expo hubo un parón y decíamos que el globo que habíamos elaborado; lo habíamos inflado tanto que había explotado. E incluso se dijo que la expo había generado muchas deudas que había que pagar y que todos los albañiles que trabajaron en la Expo se compraron todos, un Mercedes nuevo.
Pero no se quedo ahí solo; sino que hubo un parón para tomar impulso con el ladrillo
No creo que esa etapa se vuelva a repetir.
Los bancos se negaban a cerrar el grifo; porque veían que la situación les reportaba pingues beneficios con las subrogaciones de sus hipotecas, y préstamos personales, comisiones de todo tipo: de Cancelación de hipoteca; tanto parcial como total y el T.A.E. Etc.
Los peritos tasadores de estas entidades bancarias había que pagarles por valorar las casas que se vendieran; ya sean adosadas (acosadas), pareadas, chales, pisos, parcelas, apartamentos y estudios en la playa.
Las cajas de ahorro ponían las condiciones con su índice de caja y los bancos trabajaban con el Euribor, y todos tan contentos
A los bancos sus peritos tasaban el piso por encima de su valor. Y al comprador le concedían la hipoteca por el valor que estimaban estos peritos.
Al principio concedían el ochenta por ciento del valor de la casa; pero poco tiempo daban el cien por cien e incluso daban hipotecas abiertas donde además de la casa podías meter el coche y todo lo demás.
El banco sabía que si ese mismo piso al año siguiente se arrepentía el comprador de haberlo adquirido. Ya había otro comprador dispuesto para pagar dos o tres millones más de lo que le había costado al primero.
La especulación estaba a la orden del día.
La sociedad se hizo a la idea de que había que comprar o vender lo que sea. Porque todo el mundo lo hacía.
Y al gobierno también se contagio y se le abrió un agujero en la mano por donde se le iba todo el dinero.
Todo el mundo sabía que se avecinaba un desastre, pero nadie quería pararlo. Porque el globo que habíamos creado se sabía que iba a explotar de un momento a otro.
Y todos pensábamos que: “a donde vamos a ir a parar”. Si una casa te costó treinta millones; había otro esperando para darte treinta y cinco y luego el de treinta y cinco no quería perderle dinero y venia otro y le daba cuarenta y así sucesivamente sin saber a dónde estaba el tope o el techo.
Se había pedido el pudor de pedir y si habrías la boca por un precio ya la tenía vendida. Y sin regateo.
En los pueblos le dieron por asociarse todos juntitos: promotores alcaldes y cajas y bancos; con el fin de comprar el pequeño olivar de fuera del casco urbano y cambiarlo de rustico a urbanizable.
El alcalde ponía todos los albañiles de su pueblo a trabajar ganándose votos.
Y le exigía al promotor que dejara espacios urbanizados de jardines plazoletas rotondas o glorietas y colegios para los niños.
El asfaltado de las calles, el alcantarillado las farolas, las rotondas y las cometidas de agua y luz eran también negociables entre ellos dos.
Los señores Notarios no paraban de levantar escrituras públicas. (Cuanto más escritura pública más dinero).
Hacienda pública recaudaba sus impuestos patrimoniales.
El alcalde recibía más dinero por los impuestos municipales de alcantarillado residuos solido y mínimo de agua y otros cánones.
El alcalde recibía del Mercado Común Europeo en el que nos habíamos metido. Más dinero por tener más habitantes y ser más grande el pueblo.
Cada pueblo tenía su oficina y su casa o piso piloto con su guapa azafata. Donde se exponía una maqueta con las casas o pisos que estaban en construcción. Había Primera fase, Segunda fase, Tercera fase etc.
Si llegabas en la Primera fase, donde aun no estaban ni las estacas ni las cuerdas en el suelo donde se iba a edificar. Ya tenían los mejores pisos o casas cogidas o apalancadas.
Los pisos que ya estaban apalabrados eran los orientados al suroeste, donde siempre da más el sol y Aquí viene el refrán de: “En la casa que no entra el sol ni entra el aire. Entra el médico”,
Otras de las que ya estaban cogidas eran las casas de esquinas que tenían más zona verde de jardín, los pisos o apartamentos orientados de cara al mar. Etc.
El promotor te pedía una señal para dejarte la casa o el piso asignado. Al principio era de quinientas mil pesetas. Que perdías si te arrepentías.
Más adelante te iba pidiendo más dinero según iba avanzando la construcción. Hasta llegar hasta los dos millones y medio de las antiguas pesetas. Este dinero solo figuraba en un papel que él y el comprador filmaban; pero que no servía para nada y te decía el buen señor: Que antes de entrar al notario; el papel lo romperíamos, como si yo no le hubiera dado nada. O sea que ese dinero no figuraba en ningún sitio oficial como si hubiera sido negro. Aunque a él le daba igual que fuera blanco o negro.
Así estaban establecidas las reglas del juego. Y si lo querías entrabas a jugar y si no ya estaba otro esperando para entrar.
En la segunda fase lo que antes era dos millones y medio ya iba por cinco y en la tercera por ocho y así sucesivamente. En la cuarta se pillo los dedos y no pudo vender ninguna casa porque reventó el globo y vino la crisis que no se compra ni se vende nada y te tienes que comer las casas con papa.

En pleno apogeo; no se podía encontrar ningún albañil por ningún sitio. Los hijos de estos también los metía su padre en el tajo y tenían que dejar los estudios aparcados porque el dinero que recibían era más apetecible que el futuro que le esperara con los estudios.
Señores el tinglado estaba muy bien montado. Pero vino lo que se preveía que viniera.
Los bancos cerraron el grifo del dinero y al presidente del Gobierno le dieron un tirón de oreja. Y vino la llamada crisis que nadie quería; pero todos esperábamos y que no sabíamos: ¿Cómo sería el alcance de dicha crisis?.
Creo que esto es igual que con las guerras: Se saben cómo empiezan pero no cuando terminan.
Consecuencias visibles de la crisis: Los que habían comprado tres camiones al banco para poder hacer frente a tanto transporte como le exigían las promotoras de vivienda. Ahora con uno solo tiene que le sobra y los otros dos se los tiene que comer con papa. Y seguir pagándolos al banco. Porque el banco no quiere camiones ni ventanas de aluminio que no se pueden vender ni hormigoneras vacías ni puertas ni tejas ni ladrillo ni rejas. Solo quiere el dinero pastado. Contante y sonante.
Los albañiles con sus hijos se van al paro y la bolsa de parados se va creciendo llegando o aproximándose al número cinco de millones.
Los gobernantes no tienen instrumentación para salir de esta crisis. Y se espera la Huelga General para el día 29/9/ del 2010.
Como diría un catalán: Noam pasees res.
CAPITULO 20º: (Fin de la cuarta parte): LA FINCA DE VALDELACANA
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (continuara)

sábado, 17 de julio de 2010

CAPITULO 20º (3ª parte) de: LA FINCA DE VALDELACANA Y MI ABUELO PEDRO

CAPITULO 20º (3ª parte) de: LA FINCA DE VALDELACANA Y MI ABUELO PEDRO
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950

Quisiera hablaros en este Capítulo de mi Gran abuelo materno y padrino mío.
Permitirme que os cuente algo de mi bonachón, sanote y hombre de buen trato: Mi abuelo Pedro Domínguez de Hinojales.
Este hombre es Pedro Domínguez Heredia. Un Gran Hombre: sencillo bueno noble honrado y lo que se dice: “buena gente”.
De profesión labrador de tierras en arriendo.
Cicerón (marco julio) dijo: De todos los oficios lucrativos, ninguno más digno, más productivo y más agradable para un hombre libre, que la agricultura.
Cicerón (marco julio) también dijo: el hombre que cultiva su campo no piensa en hacer mal a nadie.

Los restos de mi abuelo reposan en su pequeño pueblo con sus paisanos de Hinojales que saben como era su persona. Yo llevo orgulloso su nombre en honor a él. Así quisieron mis padres ponerme en Jabugo, cuando me cristianaron en la pila de la Parroquia de San Miguel con el nombre de Antonio Pedro.

Mi abuelo era muy campechano abierto al dialogo y muy tolerante en el trato.
Los gitanos que errantes todos los años acudían al vecino pueblo de Fregenal para cumplir con su fe a un ritual de romería que, ellos tienen allí.
Al pasar por los caminos de hinojales, se acercaban a la casa del que ellos le llamaban El Tío Pedro y dando grandes voces le llamaban. ¡Tío Pedro¡ ¡tío Pedro¡
Muchas veces tenía que salir su hija la mayor (mi Madre) por la tapia del callejón que daba a la trasera de su casa diciéndoles: El Tío Pedro está loco y no se puede hablar con él.
Y entonces las gitanas salían huyendo y corriendo la voz gritando: ¡Esta loco . El Tío Pedro está loco ¡y así lo dejaban tranquilo. Porque mi abuela Teófila que era la que mandaba en aquella casa ya estaba hartita de que hicieran con él; Tantos tratos de cambalaches de burras y mulas y tiestos de cobre que la mayoría de las veces le engañaban.
Pero él insistía en charlar con ellos. Diciendo: que lo pasaba muy bien y que no tenían malos sentimientos, que solo había que conocerlos y tratarlos con buen tacto y no ignorarlos como si no fuesen de personas como todos nosotros.
Mi abuelo me cantaba canciones de los buenos cantes de trilla que a él le gustaba tararearme.
Le gustaba la copita de aguardiente por la mañana y Teófila le escondía la botella para que no la viera.
En el pueblo eran bien conocidas las graciosas tajas de mi abuelo. Cuando volvía de vuelta de la taberna para su casa dando camballas de una acera a otra, los paisanos les decían: -¡Pedro valla “Pea” guapa que llevas hoy¡ y mi abuelo le respondía: - po seguro que Teófila cuando llegue le saca algún defecto.
Mi abuelo era agricultor de finca pequeña olivares en arriendo la finca de Los Torilones, etc.
Le costaba mucho trabajo ahorrar para poder tener alguna dinero y comprar alguna tierra. Eso solo lo podía hacer Teófila cuando le retenía algún dinero, porque a mi abuelo le duraba muy poco lo que tuviera en la faldiquera.
Crió a siete hijos. Seis hembras y un barón. Y según le oí decir muchas veces: ¡Los he criaos a toos juntito como las pipas en la calabaza¡.
Durante nuestra pasada guerra, mi abuelo Pedro estuvo a punto de haberlo matado un piquete de los que venían buscando por aquellos pueblecito a los conflictivos del lugar que habían sido simpatizantes de los llamados rojos.
A mi abuelo lo metieron en la cárcel de Hinojales, porque un hombre político que atraparon huyendo por los campo había pasado antes casualmente por donde se encontraba mi abuelo trabajando en el olivar que tenía alquilado y le pidió comida y algo para taparse y mi abuelo que tenía el corazón más grande que lo normal, se le ocurrió darle su manta y cuando este fugitivo le capturaron para ejecutarlo. Lo primero que se le ocurrió decir fue: Devolverles esta manta a Pedro Domínguez que es suya.
Lo acusaron de ayudar al enemigo.
Lo iban a sacar para ser fusilado de no haber sido por la intervención de un sobrino que vino corriendo, al enterarse desde Arroyo Molino de León. El era medico de ese pueblo y pudo demostrar a los ejecutores que su tío era un pobre hombre y que no sabía nada de políticas que solo era un honrado trabajador del campo con siete hijos que tenía que criar.
Tuvo mucha suerte y se salvo del fusilamiento. Otros muchos no lo consiguieron.
Aunque dicen que en aquel pueblecito de muy pocos habitantes no mataron a nadie porque todos eran de la misma clase social y tenían un buen alcalde que los defendió a todos diciendo que allí no había ni Trosquista ni Marxista ni Leninista ni Estalinistas y nadie sabe de socialismo ni de comunismo ni de sindicalismo y que todos absolutamente todos, vivían de su subsistencias que producen en el campo y en los pequeños huertos de los remansos de aquellas riveras en paz y buena armonía y hermandad y unidos en la fe por una imagen milagrosa que ellos tienen y que se llama: La Virgen de Tórtola.
Luego pude corroborar a través de un libro que vino a mis manos. Que sí que hay varios hombres de Hinojales que fueron victima de aquella guerra fratricida, aunque realmente no lo fueron durante la tregua de los tres años que duro la guerra civil en las crueles “sacas” o “paseos” sino posteriormente en la cárcel de Ranilla que estaba en Sevilla capital.
Estos hombre según dice el libro de Mª Victoria Fernández Luceño Licenciada en Historia y Catedrática de Geografía e Historia. Cuyo título es Miseria y Represión en Sevilla (1939-1950) de la editorial Taller de Editores Andaluces, S.L. Patronato del Real Alcázar de Sevilla Ates Graficas Cofás, S.A. dice en sus páginas 304 y 397 que hubo dos presos de Hinojales uno llamado Elías Delgado Jiménez de profesión albañil con 55 años de edad y otro llamado Víctor Serrano Ligero de profesión campesino con 53 años de edad.
El libro también hace mención en la página 397 de: Teodoro Sánchez Delgado de Hinojales (Huelva) hijo de Jacinto y Amadora de 45 años de edad, casado con Josefa Benítez Molina con un hijo, de profesión labrador con instrucción elemental y que el día 1-11-1939 ingreso en PPS (prisión provincial de Sevilla, llamada La Ranilla) procedente del Campo de Concentración de Cáceres, entregado por la Guardia Civil en concepto de detenido a disposición del general jefe de la 2º región militar Queipo de Llano. El 30-5-1939 asistió al CGS (consejo de guerra sumarísimo) y el 4 -6-del 1939 fue entregado a las fuerzas de orden público para el cumplimiento de la sentencia a pena de muerte.
Primero eran conducidos a los Campos de Concentración y desde allí eran llevados a la cárcel, un número importante de ellos. Después de ser ratificada su prisión por el auditor militar de guerra, eran conducidos de inmediato al CGS (Consejo de Guerra Sumarísimo) que dictaba la sentencia de pena de muerte y el general de la 2ª Región militar que, finalmente mandaba el cumplimiento de la sentencia, después de que llegara la ejecutoria del Estado Mayor del Generalísimo. Estos documentos llegaban siempre con carácter de urgentes y secretos.

Mis padres me llevaron a ver a mis abuelos en Hinojales y el viaje se hizo en autobús y por los pueblos de Cumbres de en Medio y Cumbres Bajas y Arroyo Molino de León El autobús era de madera y sin cristales en las ventanas, solo unas cortinas de color caqui.
Iba más lento que el caballo del malo.
Todo el camino era de terraplén con guijarros sueltos y no se podía llamar carretera. Aunque era la única que había.
Desde la ventanilla pude contemplar en los profundos barrancos donde se podía ver a ramilletes de flores rosas procedente de las amargas adelfas que adornaban todos los ríos.
De vez en cuando salían bandos de perdices volando que cruzaban tranquilamente la carretera, como sabedoras de que nadie les hacia ningún daño.
También se veían conejos, corriendo apresuradamente para meterse en sus cuevas que estaban en la cuneta.

La milagrosa Virgen de Tórtola es la patrona de Hinojales. Esta es su virgen y la sacan de su iglesia sus paisanos que tanta devoción le tienen.
Un día de la patrona del pueblo, allá en los finales de los años 70. Fui al pueblo de mi Madre y les hice dos fotos que conservo. Y quisiera que la veáis. Para ello tenéis que dar clic con el ratón y poner: arriba en internet en Favorito antonsandom@gmail.com que es mi blog Don Pedro Junior.
Una es la Virgen de Tórtola saliendo en procesión de su parroquia. La iglesia de hinojales tiene un bonito pórtico y dentro se pueden apreciar hermosos lienzos de grandes e importantes pintores
La otra foto es de Los danzantes que van delante de Ella y dan giros y saltan al son de un tamborilero y su flauta.
La danza es antiquísima y se ignora sus orígenes posiblemente se trate de los siglos 13 que las trajeron los asturianos y leoneses al reconquistar estas tierras por aquellas fechas y obligando a que se convirtieran al catolicismo a todos los moriscos que llevaban siete siglos aquí en el Al-Ándalus.
La danza se hace solo en honor a su patrona y está realizada solo por hombres de Hinojales. Que transmiten la sucesión de padres a hijos y se sienten orgullosos de pertenecer a estas costumbres serranas tan arraigadas en su pueblo.
CAPITULO 20º (fin de la 3ª parte) de: LA FINCA DE VALDELACANA y MI ABUELO PEDRO
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (continuara)

CAPITULO 20º (2ªparte de): LA FINCA DE VALDELACANA

CAPITULO 20º (2ªparte de): LA FINCA DE VALDELACANA
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
Mi padre me llevaba montado sobre el mulo blanco; encima del serón con las piernas escarranchar íbamos los dos desde Jabugo al Repilao.
Yo iba muy orgulloso desde lo alto de aquella atalaya; divisándolo todo; mi Padre iba pegado a mi espalda y de vez en cuando me dejaba las riendas para que condujera.

Cuando faltaba un par de curvas para llegar al cruce donde estaba la caseta de mi amigo Pavón que su padre era peón caminero. Mi padre decía: ¡Mira allí a la izda.¡ un pájaro perdiz con sus pollitos va hacia arriba.
Veía la madre, pero no a los pollitos llamados perdigones que tienen un plumaje de camuflaje perfecto y se mimetizan aplastándose en el entorno sabedores de que no van a ser vistos.

Al llegar al mismo cruce de la caseta del peón caminero mi madre me contaba que pocos años antes hubo una cantina en la carretera de Jabugo en aquel mismo cruce de carreteras y que tenía un rosal de rosas rojas olorosas y aterciopeladas muy bonitas en el extremo izdo. De la puerta de entrada.

Allí en la finca de Valdelacana vi por vez primera la nieve. En Andalucía nieva muy poco o nada pero; Pero aquel año de principio de los 50; quizás fuera el 1953, sí que lo hizo.
Mis hermanas mellizas aun no habían nacido en El Repilao.

Mi madre saco en brazos a mi hermana Laura y con la otra mano me llevaba a mí hacia la puerta del cortijo donde pasábamos una temporada y fue cuando vi admirado todo el campo teñido de blanco como si alguien le hubiese puesto una enorme sábana.

A mis padres se les veían felices. Y de rebote mi Padre y mi hermana Laura y yo.

Mi madre en el cortijo, fabricaba el pan en una artesa de madera. Amasando la harina y la levadura dándole muchas vueltas hasta conseguir una masa homogénea.
Luego lo dejaba reposar hasta que fermentaba envuelto en una sabana de lienzo blanco.
Ese enorme pan de más de un kilo se metía en el horno árabe que mi padre encendía con los troncos de la poda de las encinas y alcornoques y cuando quedaban solo las ascuas las desplazaban y barría hacia un lado y colocaba la masa en medio de aquel semicírculo.
Ese pan duraba más de 5 días y permanecía durante esos días inalterado y dispuesto para ser comido.
En el corrar o huerto de 150 metros de superficie que estaba en mi casa de Jabugo Mi padre sembraba para el consumo del hogar algunas habichuelas, cebollas ajos habas, dos matas de berenjenas, lechugas y tomate. Dos lechugas dejaba siempre crecer para simiente y en las florecillas de sus largos tallos, venían los bonitos jilgueros con sus variadas plumas de colores y los jamases (pardillos) y chamarines (verdecillos) a comerse las semillas.
Los tomates sobrantes de las matas, se pelaban y troceaban metiéndolos después en una botella con un embudo de hojalata y se tapaba con un tapón de corcho que fabricaba mi padre con un cuchillo bien afilado sobre una piedra de ribera pulida.
Boca arriba sin tapar del todo se calentaban las botellas llenas de tomate, al baño María.
Las botellas llenas le echaba mi madre, antes de ponerles el tapón de corcho una porción pequeña de unos polvos blancos para evitar la multiplicación de bacterias, luego frenaba el tapón con un atado de cuerda fina de cáñamo, para que no se saliera el tapón al fermentar el tomate.

Estos polvos llamados algo así como perborato potásico envueltos en un fino papel; de igual manera que venía envuelto el azafrán que vendía Purita y Salud.
Este producto se adquiría en la farmacia del Señor farmacéutico Mota que tenía cerca del techo encima de una estantería una enorme águila imperial disecada con las alas extendidas en plan de ataque y mirando con unos expresivos y grades ojos amarillos a todo aquel que llegaba al mostrador.
A mí me daba cierto respeto (yuyo) aquella enorme águila imperial.

Estas botellas se abrían en el invierno y se cocinaba con ese tomate que tan rico estaba.

En la tienda de Baldomero escaseaban algunos alimentos primarios y el saco de fibra de yute con azúcar blanca apelmazada en grandes terrones que depositada en un cajón de la de madera de su estantería y que después despachaba con un cazo de aluminio en forma de teja con su mango; Se acababa el azúcar en la tienda nada más empezar el mes y los últimos solo rebañaban del cajón algunos trozos de azúcar apelmazados y algunas hilachas del saco de yute. Había que esperar hasta el mes siguiente.
El café se acababa también pronto. Carmela la nena aun tenía algo. Este articulo lo traían de estraperlo los mochileros desde la vecina Portugal en bolsas de plástico de un kilogramo de peso y anunciaban la marca del Camelo (camello) la gitana y la rosa etc. era un café torrefacto de un color muy negro pero muy aromático, En escasez de este producto se usaba un sucedáneo llamado malta o lo que es lo mismo La cebada tostada o requemada.
Algunos vecinos, (los mochileros) del pueblo, se jugaban el pellejo con sus mochilas a cuestas llenas de café desde el otro lado de la frontera, durante toda una noche y sorteando veredas y barrancos para evitar que la pareja de La Guardia Civil les diera el alto. Unos y otros se conocían y respetaban cada uno su código.
Cuando eran sorprendidos había quien ese día le tocaba tirar la mochila al suelo y salir corriendo al oír el ¡alto a la Guardia civil¡. Otro día le tocaba a otro, y así vivían, tanto guardias como estraperlista.
Con una derrama entre los compañeros se arreglaba todo, cuya derrama consistía en una bolsa de café que tenía que dar cada uno al desafortunado compañero que le había tocado tirar en su huida la tan preciada mercancía.
Algún mochilero era cogido y metido en la cárcel.

Hubo un año que llovió muy bien y en su fecha y los árboles frutales de la finca de Valdelacana se cargaron de fruto y recogió una buena cantidad de siembra como boniato y papas cebollas pepinos pimientos etc.
La borrica y el mulo blanco vinieron a Jabugo cargadito de frutas en sus angarillas y serones.
Con tanda abundancia; le daba a mi padre para vender y regalar a la familia que tenía en Hinojales.

No siempre llovía bien y en su tiempo. Había años que como en la Sagrada Biblia: siete años bueno y siete años malos.

Eran los años 50. Se carecía de todo. Las vitaminas eran muy necesarias para poder subsistir y paliar en parte la mala y poca nutrición que en aquellos años existía.
Mi padre se fabrico un embalaje grande de madera y con relleno de heno y paja, lo llenó de frutas y lo mando por tren desde El Repilao hasta Cumbres Mayores donde estaba mi abuelo materno Pedro Domínguez esperándolo para llevárselo a Hinojales, de donde era mi Madre. Este gesto mi padre lo repitió dos o tres veces que yo recuerde.
Mi madre era feliz porque veía que su marido cumplía con su palabra de ayudar a su familia y de tenerle la casa preparada; como ella merecía tener. Gracias a su esfuerzo de haber conseguido ser una persona colegiada y diplomada que había salido de la mediocridad gracia a mucho esfuerzo empeño y voluntad.
La casa era propia de un hacendado. Y los tres títulos que mi padre poseía de ATS; adornaban muy visible la pared y exhibía con mucho orgullo.
El dormitorio principal estaba adornado con el mismo estilo. Y también se dejaba los postigos entreabiertos para exhibición del que pasara por la calle.
Este amplísimo salón que muy bien se podría comparar con los salones de palacio. Era totalmente visible desde la acera de la calle a través de un amplio ventanal de dos hojas de donde colgaban amplios visillos de grandes encajes y su correspondiente reja andaluza. Para ello se dejaba entre abierto es proceso el postigo y además de airear la casa y eliminar las miasmas y posible mal olor de las casas cerradas con humedades.
Viéndolo todo aquel que pasaba; le daba a conocer la posición social acomodada y de economía desahogada de aquella casa.
Mi padre cuando se caso con ella le había prometido que la pondría como una Reina.
En aquel salón no se podía entrar: “niño a ahí no se entra para nada “ “niño ningunas de esas cosas se pueden tocar” “niño que no te vea yo que entras ahí”
También se podía ver el gran chinero con la bajilla de buena cerámica de La Cartuja de Marqués de Pigman Sevillana. Algunas piezas heredadas de mi bisabuela y gran surtido de platos colgados de la pared.
Presidía el frente un gran cuadro colgado de la Sagrada familia. Y de las otras paredes colgaban buenas láminas de cuadros famosos referentes a tratados de medicina, entre ellos figuraba el gran Catedrático y premio nobel Don Ramón y Cajal que tanto admiraba mi Madre y que le oí decir que era un Señor con muchos dones y virtudes. Nos decía del ilustre Premio Nobel que lo más sobresalía era su celo eficiencia y esfuerzo en su trabajo imposible de superar. Por algo tenía ese Premio.
Decía que fue Doctor en medicina y era militar con graduación de teniente o capitán.
En aquel gran salón también había del mismo estilo y la misma madera noble de castaño haciendo juego con la gran mesa y las sillas; un largo aparador con puertas de cristal que contenía una amplia vidriera y varios cajones que no se podían abrir porque estaban cerrados con llave debido a que contenía las cucharillas de plata que mi Madre compraba a plazos. Allí estaban en sus estuches las cuberterías de plata o de alpaca fina que les vendía periódicamente el platero que venía desde Galaroza y otros pueblos de la sierra haciendo su turné y tenía un apellido portugués era algo así como: Meneses.
Este tal Meneses venía de tarde en tarde a Jabuco.
Aquello estaba en mi casa como de exposición y nunca se celebro nada. Era algo así de “mírame y no me toques”.
Eran tiempos de solo aparentar y figurar un linaje o alcurnia o prosapia y hacer ostentaciones hipócritas, para representar una falsa.
(Así estaban las cosas y creo que Así afortunadamente ya no siguen).
Hoy día podemos vivir de otra manera y se compra en las grandes superficies comerciales como es el IKEAN y una vez instalado en la propia casa todo se puede tocar y todo es de disfrute y uso. A los pocos años se tira y se compra otro nuevo.

En este foro he leído a uno del Repilao, diciendo que el dueño actual de la finca de Valdelacana; ha dado autorización para que se valla de acampada el día del Bollo (Domingo de Resurrección) Lo cual me ha causado mucha admiración por tan noble gesto.

CAPITULO 20º (fin de la 2ª parte) de: LA FINCA DE VALDELACANA
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (continuara)

CAPITULO 20º: (primera parte): LA FINCA DE VALDELACANA

CAPITULO 20º: (primera parte): LA FINCA DE VALDELACANA
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950

LA FINCA DE VALDELACANA que está situada en el Repilao. Era de mi padre. Fue heredada de dos tíos solteros y discurría un tramo pequeño de la ribera de Carabaña, que viene desde Cortegana regando aguas abajo, todas las fincas de ese pueblo. Estas mismas huertas eran las que se encargaban de quitarle el agua a mi padre en el tiempo de la siembra.
Mi padre se tenía que contentar con la poca agua que le llegaba o las sobras que ellos le dejaban, por tanto solo podía sembrar poca cosa, y si el año había sido seco, ni que decir tiene que ni sembraba.
Por aquel entonces no había cemento ni materiales de plástico para poder fabricar una gran balsa y almacenar el agua tan preciada para la siembra.

Los muros y las casas se hacían de argamasa de tierra y piedras y conformadas entre tablas de maderas que esa tierra y piedra una vez humedecidas y bien aplastadas o apisonadas con grandes mazos de encina con largos mangos.
A los dos o tres días siguientes se les quitaba las tablas y aparecía la pared sólida y duradera ya construida para muchísimos años. Se la coronaba con una hilera de tejas árabes con la finalidad de que la lluvia al caer, no la erosionara y la deshiciera desmoronándola o bien se les ponía finas lanchas de pizarra negra.
El material de construcción era cal y arena. La cal venia de un color rosa y la mayoría de las veces era blanca y muy caliente. Mi padre solía enterrar unas patatas en ella y a los pocos minutos ya estaba cocinada o asada dispuesta para ser comida, pellizcándola y tirando de la fina cascara.

El hombre del campo siempre mira al cielo para ver cuando llega el agua tan esperada que fertilice sus tierras o grano que ha depositado y enterrado en los surcos de la sementera.
Mi padre pudo recoger algo de esa sementera, incluso para vender, sobre todo en años de bonanza.
En los años buenos de lluvia. Vi a mi padre como traía las angarillas a lomos de su burrita Margarita y de un mulo blanco que también tenía.
Venían las bestias a casa a la calle Talero nº 12 cargaditos de melocotones y nectarinas, membrillos y manzanas reinetas y peros, allí llamados (cachones) y los melones amarillos y los melocotones abridores (albérchigos) y sandias y tomates, que en mi casa se vendían, acudiendo la vecindad a comprarlas y hasta se “peleaban” por los artículos.
Entre tanta variedad de frutos había un tipo de sandia o calabaza que mi madre colocaba en el balcón que daba a la fachada de la calle del doblado o soberado y que todo transeúnte podía ver al caminar por la acera.
Este mismo escaparate también lo vi en los distintos pueblos de la Rioja donde pase tres hermosos años de mi juventud. Pero he de hacer una observación: que allí se veían colgados sobre las ventanas y balcones en tiras más o menos largas de pimientos rojos choriceros, que llamaban la atención.
Esas sandias se llamaban sidra y mi madre conseguía con ellas. Hacer meloja y cabello de ángel. Y con la miel fabricaba pestiños y rosas de miel muy ricas.
También solía hacer perrunillas y roscos azucarados.
Mi madre debió de aprenderlo de mi abuela Teófila de Hinojales.
En la finca. Tenía mi padre dos o tres colmenas de corcho y llegado su tiempo venia un hombre de Cortegana a sacar la miel de aquellos grandes canutos de corcho con sus tapaderas del mismo material. Al final de su trabajo dejaba unas grandes bolas de cera, que no se sabe qué utilidad podían tener, Nosotros jugábamos al balón dentro de mi casa.
El hombre venía acompañado de un mozo que era su hijo y traía unos artilugios de largas varillas niqueladas y espátulas alargadas también de níquel brillante y reluciente.
Estas herramientas se fabricaban en la vecina Cortegana. Debió de haber buenos artesanos en la fundición o en la fragua. Porque mi padre tubo una romana muy grande de níquel que se la fabricaron en ese pueblo y que daba gran fiabilidad cuando pesaba los cochinos de la montanera que se engordaban con las bellotas de la finca y el corcho que se pesaba cada doce años. Mi padre antes de irse a Sevilla se deshizo de ella vendiéndosela a algún paisano del pueblo.
Periódicamente también venia un hombre desde Galaroza con un gran mulo blanco que portaba una angarillas
Y vendía naranjas y plátanos y en su pregón decía: Las naranjas de Mairena sin pipas muy dulces y muy buenas.
En ese mismo balcón de la casa de Jabugo, también ponía unas planchas de corcho que servían de base para extender los orejones (trozos de melocotones amarillos en tiras) que el sol se encargaba de dorarlos y secarlos o deshidratarlos para poderlos comer entrado el invierno.
También se ponían las ciruelas pasas de fraile que eran en forma de peras alargadas y los riquísimos bruños. (Ciruela de color verde amarillento, riquísimas)
Hay que puntualizar que estábamos viviendo en una década de posguerra y que la escasez de alimentos básicos era evidente, y todo aquel que pudiera aportar algo de caloría o proteínas, vitaminas a aquella sociedad mal nutrida era alabado y agasajado.
Inmediatamente se corría la voz por todas las calles del pueblo; de que fulanito ha traído tal cosa…
Lo que más importaba en aquellos años era la alimentación.

CAPITULO 20º (Fin de la 1ª parte) de: LA FINCA DE VALDELACANA
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
(UN SALUDO) DON PEDRO JUNIOR (CONTINURA)

contestacion a manuel matos matos 19 el dia 17/05/2010

¡Hola¡ manuel matos matos 19 del 17/05/2010 nº5723357
Gracias por estar ahí de nuevo. Señal de que sigues mis testimonios y que te gustan mis historietas. Que por otro lado no son simples historietas sino que son verdades como puño que hemos vividos y que las saco a relucir para que no se pierdan en el olvido.
Alguien dijo alguna vez que las personas no se mueren.
Siempre que se recuerden y se hablen de ellas estarán vivas.
Y solo morirán cuando nadie diga ni recuerde nada de ellas. Entonces es cuando verdaderamente estarán muertas.
Alguien también diría: Todo está escrito y todo está hecho. Y yo alargo la frase diciendo: lo importante es: Hacerlo y decirlo otra vez. En el preciso y justo momento.
Es posible que hubiera esos tres barberos en Jabugo, no te lo pongo en duda pero perdóname. Yo ahora despues de cincuenta y tantos años, solo recuerdo la barbería de Moisés y su ayudante que era su hijo y que también se llama Moisés.
Allí era donde mi padre me llevaba a pelar. Que por cierto me daba pañuelazos con el pañito del cuello cuando terminaba su trabajo y me mosqueaba mucho.
Mi padre gozaba de gran amistad con Moisés, debido a que estuvo de vecino con el negocio de la taberna del Zampuzo donde despachaba vinos.
Desde estas letras un abrazo y un gran saludo a Moisés hijo. Que espero disfrute de buena salud. La última vez que lo vi, paseando con su mujer en el paseo de la carretera me dijo que se había jubilado y que dejaba la barbería
Gracias manuel matos matos 19. Sigue ahí leyéndome: que tengo muchos más relatos o testimonios personales para contarte en esta página que tan gentilmente me han dejado.
Al final creo que quedara una bonita novela que adornaran las estanterías de vuestra Biblioteca Municipal (Un saludo) de DON PEDRO JUNIORCONTESTACION

jueves, 8 de julio de 2010

CAPITULO 19º: LA LLEGADA DE MARISOL

CAPITULO 19º: LA LLEGADA DE MARISOL
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
En el recreo cuando todos estábamos entretenidos en nuestros juegos canticos y voces y murmullos. De pronto se oía un silencio sepulcral; cuando alguien miraba hacia el cielo y con el dedo índice decía: ¡mirar un casamiento¡
Todos parábamos y nos quedábamos inmóviles con la barbilla levantada mirando para arriba.
Se trababa de un grandísimo bando de palomas azules que cruzaban el patio del recreo a una altura de unos cuarenta o cincuenta metros con dirección hacia Portugal por Aroche. Unas veces eran de palomas grandes llamadas Torcaces y otras de palomas más pequeñas llamadas bravías.
Eran bandos de una anchura considerables y con una estela o cola muy larga que parecía interminable. Llegaban a nublar el sol como si de un eclipse de sol se tratase.
Había veces que el bando era de unos pájaros negros llamados estorninos y en otras ocasiones de zorzales.
Después cuando se acababa el recreo y entrabamos en clase nos explicaba Don Francisco el fenómeno de la emigración de todas estas aves.
Y nos decía que. Estas aves o palomas llamadas Torcaces y bravías y zuritas y estorninos; venían todos los años a por las bellotas de nuestras centenarias encinas. Y que los estorninos y zorzales venían a por nuestras aceitunas de nuestros viejos olivos.
Siempre hacían el mismo recorrido: Las Torcaces, estorninos y zorzales desde Inglaterra, Alemania, Polonia, Rusia y todo el norte de Europa, huyendo de las nieves que cubrían el suelo en otoño e invierno en toda esa zona norteña; imposibilitando localizar el alimento.
Las palomas bravías venían de los agujeros de los acantilados donde se habían reproducidos y las zuritas también vienen de esos mismos sitios. Como las grandes cárcavas, o roqueros de los cortados a orillas del mar o del océano.
Al regresar aquí abajo se van a dormir en las grandes extensiones de eucalipto que hay en la frontera con Portugal. Y en las frondosa copa de las encinas centenaria.
Por aquellos años cincuenta se extendió la idea de sembrar todos los campos de eucaliptos. Porque era un árbol que crecía muy rápido y estaban construyéndose las celulosas para fabricar papel; y necesitaban esa materia prima.
Estas aves emigratorias salen muy temprano de estos sitios donde han pasado la noche y se dirigen a las grandes extensiones de las dehesas y olivar del norte de Andalucía y Extremadura.
Estas aves son como nuestros visitantes o turistas que se quedan para cuatro o cinco meses. Hasta que les llega la llamada del apareamiento y se marchan a sus lugares de orígenes para reproducirse y quitarse del calor tórrido del verano andaluz.

A Jabugo nos llego también un buen día un veraneante muy especial se llamaba: Marisol fue una de las veraneantes que vino a mi pueblo desde Sevilla capital para quedarse los tres meses reglamentarios. Y revoluciono de alguna manera a todos los que allí estábamos anquilosados en una sola y simple moral que era la única que existía.
Esta chica nos vino de Sevilla a pasar los tres meses de verano y nos trajo aires frescos distintos y en cierto modo cambió un poco el panorama negro y gris impuesto por la posguerra.

Por aquellas décadas en toda España estaba implantado un régimen totalitario autocrático dictatorial que todos aceptábamos, puesto que no conocíamos otra cosa.

Se conoce que en la gran metrópoli había sido educada en una escuela nacional mixta y se desenvolvía con gran soltura y desparpajo entre los niños de su edad.

Por tal atrevimiento se vio repudiada por las demás niñas del pueblo, puesto que aquella actitud la consideraban propia de una niña descarada que rompía con todos los esquemas que en el pueblo estaban establecidos.

En cambio los chicos estábamos encantados por la agradable visita de Marisol que daba un aire nuevo. Aunque nuestra cortedad no nos permitía acercarnos y ni tan siquiera a conversar con ella por la vergüenza que nos daba el aproximarnos.
Esta actitud que teníamos los pueblerinos hacían patente la diferencia con los chicos la capital. Se podría decir que era el síndrome del cateto.
Algunos más atrevidos sí que tuvieron éxito y entablaron amistad.

De hecho se vio hablar a algunos de los más aventajados a solas con ella. Esto se consideraba un triunfo, para un chico de 8 o 9 años de aquella España, que empezaba a descubrir el sexo contrario. Por supuesto ni que decir tiene que se trataba solamente de hablar y de sentir la proximidad del sexo contrario, no de sexo puro y duro esto último solo se conseguía cuando regresaba uno de la mili, ya hecho un hombrecito.

También es cierto que lo pasábamos muy bien cuando jugábamos todos con ella, todo lo contrario que con las otras que no nos dejaban ni saltar a la comba.
A Marisol le sacamos unas canciones que estaban de actualidad en aquel momento. Y que nosotros agudizando el ingenio le cambiábamos la letra y sonaba tal como así: Cuando yo fui, a casa Marisol salió francisca con un escobón. Cheli te quiero cheli yo te adoro como la salsa del comodoro y tergiversábamos el final diciendo: tú eres la baca y yo soy el toro.

Francisca era la dueña de la casa donde Marisol se hospedaba, vivía por la calle de las escuelas y el cantico era un estribillo de una canción que sonaba por la radio de aquellos años. Parecida a (tengo una baca lechera, no es una baca cualquiera mata moscas con el rabo hay que baca tan salada tolon…..etc.,,

FIN DEL CAPITULO 19º: LA LLEGADA DE MARISOL; Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO DE 1950
UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (continuara)

lunes, 5 de julio de 2010

CAPITULO 18º: ¡AL RECREO A JUGAR¡.

CAPITULO 18º ¡AL RECREO A JUGAR¡

Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
En el recreo se practicaba un juego de piola llamado la Bombilla, que se dibujaba una figura como de una bombilla en el suelo de tierra apelmazada y cuyo contorno dibujado no se debía de pisar ni tocar.
En la parte donde se suponía debiera de estar el casquillo metálico, se ponía un perdedor inclinado para que los demás saltaran sobre él. Dándole el correspondiente espolinique con el tacón sobre sus posaderas. Unos lo daban más fuerte y otros más suaves dependiendo del afecto que le tuviera al malogrado pagachi.

Aquel que no sabía que palabra decir o decía una palabra que no guardaba relación con lo que se pedía; tenía que sustituir al que estaba con la costana boca abajo y resignarse a que todos le salten por arriba y le den con el humillante y doliente espolinique.
Obrando con prudencia; los de mi pandi nos quedábamos de simple espectadores, adoptando la postura de ladrones de oído de todas las marcas de coche y de las alineaciones de equipos de fútbol etc.
Cuando teníamos aprendido de memoria alguna selección; era cuando entrabamos en el juego. Y cuando el juego era de algo que no dominábamos; nos salimos de la bombilla y no jugábamos. Diríamos que: porque no queríamos estar siempre en el casquillo. (Uno puede ser tonto; pero no de los de babero).
Los enteradillos estaban siempre jugando a la bombilla. La verdad no supimos nunca de que catalogo o revista aprendían tantas marcas.
Nos aprendíamos de memoria la selección del Betis o del Sevilla o del Real Madrid etc.
La selección del Sevilla sonaba más o menos así: Mut, Santin, Campanal, Balero, Ruiz Sosa, Pepillo, Achucarro, Diegue, Santa Mª. Pereda, y Salay.
Y del Bilbao Sonaba Tal que así: Carmelo, Orue, Garay, Canito, Maury, Mauregui, Arteche. Etc. (ya no me acuerdo de ninguno más)
Había que saberse las marcas de los coches de las armas o escopetas de las motos o de las bicicletas de las maquinas de coser etc. Aquel que no acertara o no supiera decir una marca determinada; tenía que ponerse en el del casquillo que era el sitio donde había estado el anterior perdedor.
También sustituía al del casquillo; aquel que distraídamente pisaba la raya del contorno de la bombilla.

Otros juegos eran los de los barreros y los boliches (bolas de barro cocido) en Sevilla recibían el nombre de bolas o canicas y eran de cristal o de cerámica muy perfeccionadas, el barrero era una bola de barro toscas más grande que el boliche y los vendían a céntimos o a perra chica en la tienda de Purita o de Salud que estaban cerca de la barbería de Eusebio, que había una cantinela entre ellas dos y que decía así: ¡ yesca salud que purita vende más que tu¡ La yesca era la cuerda gorda de color amarillo y negra de unos 60 centímetros de larga y que se usaba para prender fuego en los mecheros de piedra manuales.

Y el juego de los trompos de madera, que se ponía un trompo en el medio de un círculo dibujado en la tierra y tirábamos todos sobre él con intención de clavarles la púa de herrero, y cogiendo el trompo que aun giraba, lo pasábamos a la palma de la mano y lo tirábamos sobre el trompo que dormía en el suelo, con intención de sacarlo del circulo y se pusiera otro después.

Otro juego era la lima vieja de perfil triangular que oxidada no podía limar el hierro ni sacarles puntas o aristas finas a los dientes de una sierra que empleaban en aquellos campos dos hombres en movimiento de zigzag cortaban un tronco de encina en rodajas.
Rodajas que mi padre sacaba lascas más pequeñas para la chimenea. Con la ayuda de una buena maza de martillo de 3 kilos y largos cinceles que iba clavando en los troncos.
Cuando esta lima no serbia para estos trabajos, nosotros les dábamos un uso distinto y se trataba de jugar a la lima, lanzándola con tal habilidad que se clavaba a una distancia considerable y tenía que estar la tierra apelmazada después de haber llovido. Formando unas figuras en el suelo íbamos cortando terreno, hasta conseguir ganar el juego el que más terreno había acumulado en sus lances.

Las niñas también tenían sus propios juegos en el Recreo, como el tejo, los cromos las casitas el salto de la comba con su correspondiente cantico al compas de la que saltaban y que era más o menos así: A la una y a las dos los hijos de Jacob que doce son: Rubén, Simeon, Leví, Juda, Isacar, Zabulon, Dan, Leftani, Gad, Aser, Jose, y Bemjamin. etc. De esta forma se aprendían de memoria las doce tribus de los Judios y todo lo que se propusieran. Cantando y jugando a la vez.
Bueno he de decir de José el adivino; no llego a tener ninguna tribu porque llego a ser Jefe de Egipto por un golpe de suerte. Como se comprende, este no nació para martillo y por consiguiente del cielo no le cayeron clavos; sino todo lo contrario Honor y Gloria.
Los dos hijos fueron los que sustituyeron a José y a Leví. Este último se metió a cura sefardita y fundó la congregación de los Levitas

¡Ojo¡. No había que olvidarse de romper la tradición: (Las niñas con las niñas y los niños con los niños); nunca mezclados. Nadie podía romper esas normas, y el que se atreviera a romperlas era inmediatamente expulsado por ellas y tachado; bien de mariquita o de sinvergüenza.
Y de hecho teníamos distinto horario de recreo para no coincidir. Cuando nosotros nos metíamos en clase ellas salían a su recreo.


Mientras yo sufría sólo, en aquel internado Sevillano. En el curso escolar de 1959 al 1960 en Preingreso de Bachillerato. En mi pueblo estaba pasando algo asombroso. Según me contaron mis hermanas. Vinieron unos seminaristas y reagruparon a toda la juventud con el nombre de las Sagradas Misiones.

Mis hermanas me contaron que habían venido unos curitas jóvenes muy guapos y muy simpáticos y había un cántico que decía más o menos así: (En Jabugo en Jabugo hay misión hay misión, tocan las campanas tocan las campanas tin pan pun, tin pan pun.)

FIN DEL CAPITULO 18º: ¡AL RECREO A JUGAR¡.
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (continuara)

CAPITULO 17º: LOS JUEGOS DE NIÑO QUE SE PERDIETRON EN EL PASEO.

CAPITULO 17º: LOS JUEGOS DE NIÑO QUE SE PERDIETRON EN EL PASEO.
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
Había muchos juegos divertidísimos que lo practicábamos alrededor del paseo.
Estaban los mojones que los hombres de los bares se deleitaban viéndonos y hasta dejaban de beber y comer revoltillos de tripas de cordero o habas cocida con poleo y con su palillo de diente entre los labios o sobre la oreja o clavado en el lateral de la boina.
Salían todos de la barra de los bares que había en el paseo y se ponían curiosos a vernos como lo hacíamos y nos divertíamos.
Observándonos, comparaban como éramos de ágiles.
Entre susurro se oía decir: ¡Ese es el hijo de Pastor Sánchez y ese es el de Corta cero y ese el Cazuela y ese el Purga y ese el de Mota y ese el del Pinto y ese otro es del cartucho y ese Víctor y ese el de Torre, y ese el de Primitivo de la Fragua y ese Pavón del peón caminero y este otro: es el de Inesita la del vasto y ese el hijo de Don Pedro¡

Saltando por alrededor del paseo; dábamos el espolinique con el tacón en las posaderas del que le había tocado estar inclinado con la cabeza hacia abajo. A los doce saltos me tocaba ponerme a mí y dependiendo de lo fuerte que yo hubiera dado así me daban después y viceversa.

Cuando llegué a la capital, lo que aquí llamaban los mojones; en Sevilla recibía el nombre de piola.

Estaba el juego del abejorro que consistía en ponerse uno que le había tocado en suerte a presentarle la espalda a todos los demás y comenzábamos a darle un manotazo sobre la mano que tenía abierta debajo del sobaco; y al volverse nos poníamos todos a mirar al cielo como disimulando e imitando al abejorro con su ruido y tenía que adivinar quién le había dado el manotazo. Si acertaba al de la guanta, se consideraba un perdedor y era sustituido por el de la mano extendida

El del burro que se saltaba sobre uno que le había tocado en suerte ponerse encorvado y agarrando con sus manos a la reja de la ventana del edificio del juzgado que daba al paseo junto al casino y detrás de él se ponía otro perdedor en igual postura inclinada donde saltábamos encima de ellos sobre sus espaldas y aquellos dos que tocaran primero con sus pies el suelo, le tocaba ponerse de costana relevando a los anteriores.

El juego de los botones forrados de tela o de los tapones metálicos que llamábamos platillos de cerveza de la cruz del campo; que escrito sobre un circulo de papel un nombre de un jugador actual y pegados sobre la tela; simulaban ser un equipo de fútbol con su numeración y que sentados sobre el umbral de las casas improvisábamos un partido.
También empleábamos botones que obteníamos de la caja de la costura que teníamos en casa. Eran botones grandes de gabardina o abrigos y de balón utilizábamos uno pequeño de los puños de camisa.

Siempre había alguna vecina que salía y nos decía anda iros a otra puerta que aquí hay una persona enferma y necesita dormir y descansar. Y nos levantábamos y nos íbamos a otro umbral.

Estaba también el juego de la billarda. Aquí destacaba yo. Se jugaba con dos palos. Uno era una vara de olivo y el otro un palito pequeño, de una cuarta de largo y aguzadas las los puntas que lo colocábamos en el suelo tratado de levantarlo dándole un golpe en las puntas para que saltara y volverle a dar cuando estaba en el aire; con el fin de mandarlo lo más lejos posible. Luego se media poniendo la vara en el suelo y se contábamos las varas que había de distancia y el que más varas de distancia tuviera, era el que ganaba el juego. (Una vara, es una medida antigua de longitud que era algo menos que un metro)
Este juego era un tanto peligroso, porque como no estuvieras listo y te pusieras en la trayectoria de donde iba dirigido el palito con puntas que se lanzaba, te podía hacer daño en donde te diera.

Sentados con las piernas abiertas sobre los bancos de hierro fundido que había alrededor del paseo. Jugábamos a ver quien metía más veces los palillos higiénicos usados que encontrábamos en el suelo debajo de la barra de los bares.” Higiénicos” entre comillas.
Se trataba de meter el palillo” higiénico” ya usado, por los diferentes agujeros que tenía el asiento. Como los agujeros eran de distinto tamaño y figura; presentaban más dificultad unos que otros y naturalmente tenían distinto valor numérico.
Todavía no había llegado a Jabugo los helados de marca registrada como los Napolitanos ni los chupachups. Por tanto no pudimos disponíamos de los palitos adecuados para jugar y tan solo nos contentábamos con los mondadientes encontrados en el suelo.

Se apuntaban los tantos con una tiza que le pedíamos al camarero o la traíamos de la escuela. Por aquel entonces también disponíamos cada uno de un material escolar llamado pizarra y pizarrín, que cada uno debíamos de llevar la suya para compartir las clases y hacer las cuentas de suma y resta y multiplicación.

Los únicos helados que podíamos probar eran en la feria de Los Remedios que llegaba un hombre con un cilindro de corcho y dentro tenia fabricado un helado de color blanco y con sabor a canela que ayudado con una medida rectangular y dos galletitas; nos lo vendía por un real.

En definitiva que las horas se pasaban volando con tanto entretenimiento.


FIN DEL CAPITULO 17º: LOS JUEGOS DE NIÑO QUE SE PERDIETRON EN EL PASEO.
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (continuara)

Intentan sabotear mi libro El día tres de Julio a las 18.26 horas y con el Nº de registro 5667675.

Alguien sin identificar. El día tres de Julio a las 18.26 horas y con el Nº de registro 5667675. Se ha puesto a sabotear mi libro escribiendo todos mis capitulo juntos y sin poner ningún punto ni ninguna coma.
¿No se qué significado tiene eso? ¿Quizás alguien me lo pueda explicar?
Porque no tiene sentido que me pintarraqueen mi libro: dado que lo que he pretendido desde el principio ha sido donar mis relatos y contribuir con mi testimonio de una forma altruista y totalmente desinteresada a que dispongáis en vuestra biblioteca municipal de este legado para que puedan saber lo que sucedió en la década de los años 50.
Un saludo de DON PEDRO JUNIOR (continuara)