CAPITULO 18º ¡AL RECREO A JUGAR¡
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
En el recreo se practicaba un juego de piola llamado la Bombilla, que se dibujaba una figura como de una bombilla en el suelo de tierra apelmazada y cuyo contorno dibujado no se debía de pisar ni tocar.
En la parte donde se suponía debiera de estar el casquillo metálico, se ponía un perdedor inclinado para que los demás saltaran sobre él. Dándole el correspondiente espolinique con el tacón sobre sus posaderas. Unos lo daban más fuerte y otros más suaves dependiendo del afecto que le tuviera al malogrado pagachi.
Aquel que no sabía que palabra decir o decía una palabra que no guardaba relación con lo que se pedía; tenía que sustituir al que estaba con la costana boca abajo y resignarse a que todos le salten por arriba y le den con el humillante y doliente espolinique.
Obrando con prudencia; los de mi pandi nos quedábamos de simple espectadores, adoptando la postura de ladrones de oído de todas las marcas de coche y de las alineaciones de equipos de fútbol etc.
Cuando teníamos aprendido de memoria alguna selección; era cuando entrabamos en el juego. Y cuando el juego era de algo que no dominábamos; nos salimos de la bombilla y no jugábamos. Diríamos que: porque no queríamos estar siempre en el casquillo. (Uno puede ser tonto; pero no de los de babero).
Los enteradillos estaban siempre jugando a la bombilla. La verdad no supimos nunca de que catalogo o revista aprendían tantas marcas.
Nos aprendíamos de memoria la selección del Betis o del Sevilla o del Real Madrid etc.
La selección del Sevilla sonaba más o menos así: Mut, Santin, Campanal, Balero, Ruiz Sosa, Pepillo, Achucarro, Diegue, Santa Mª. Pereda, y Salay.
Y del Bilbao Sonaba Tal que así: Carmelo, Orue, Garay, Canito, Maury, Mauregui, Arteche. Etc. (ya no me acuerdo de ninguno más)
Había que saberse las marcas de los coches de las armas o escopetas de las motos o de las bicicletas de las maquinas de coser etc. Aquel que no acertara o no supiera decir una marca determinada; tenía que ponerse en el del casquillo que era el sitio donde había estado el anterior perdedor.
También sustituía al del casquillo; aquel que distraídamente pisaba la raya del contorno de la bombilla.
Otros juegos eran los de los barreros y los boliches (bolas de barro cocido) en Sevilla recibían el nombre de bolas o canicas y eran de cristal o de cerámica muy perfeccionadas, el barrero era una bola de barro toscas más grande que el boliche y los vendían a céntimos o a perra chica en la tienda de Purita o de Salud que estaban cerca de la barbería de Eusebio, que había una cantinela entre ellas dos y que decía así: ¡ yesca salud que purita vende más que tu¡ La yesca era la cuerda gorda de color amarillo y negra de unos 60 centímetros de larga y que se usaba para prender fuego en los mecheros de piedra manuales.
Y el juego de los trompos de madera, que se ponía un trompo en el medio de un círculo dibujado en la tierra y tirábamos todos sobre él con intención de clavarles la púa de herrero, y cogiendo el trompo que aun giraba, lo pasábamos a la palma de la mano y lo tirábamos sobre el trompo que dormía en el suelo, con intención de sacarlo del circulo y se pusiera otro después.
Otro juego era la lima vieja de perfil triangular que oxidada no podía limar el hierro ni sacarles puntas o aristas finas a los dientes de una sierra que empleaban en aquellos campos dos hombres en movimiento de zigzag cortaban un tronco de encina en rodajas.
Rodajas que mi padre sacaba lascas más pequeñas para la chimenea. Con la ayuda de una buena maza de martillo de 3 kilos y largos cinceles que iba clavando en los troncos.
Cuando esta lima no serbia para estos trabajos, nosotros les dábamos un uso distinto y se trataba de jugar a la lima, lanzándola con tal habilidad que se clavaba a una distancia considerable y tenía que estar la tierra apelmazada después de haber llovido. Formando unas figuras en el suelo íbamos cortando terreno, hasta conseguir ganar el juego el que más terreno había acumulado en sus lances.
Las niñas también tenían sus propios juegos en el Recreo, como el tejo, los cromos las casitas el salto de la comba con su correspondiente cantico al compas de la que saltaban y que era más o menos así: A la una y a las dos los hijos de Jacob que doce son: Rubén, Simeon, Leví, Juda, Isacar, Zabulon, Dan, Leftani, Gad, Aser, Jose, y Bemjamin. etc. De esta forma se aprendían de memoria las doce tribus de los Judios y todo lo que se propusieran. Cantando y jugando a la vez.
Bueno he de decir de José el adivino; no llego a tener ninguna tribu porque llego a ser Jefe de Egipto por un golpe de suerte. Como se comprende, este no nació para martillo y por consiguiente del cielo no le cayeron clavos; sino todo lo contrario Honor y Gloria.
Los dos hijos fueron los que sustituyeron a José y a Leví. Este último se metió a cura sefardita y fundó la congregación de los Levitas
¡Ojo¡. No había que olvidarse de romper la tradición: (Las niñas con las niñas y los niños con los niños); nunca mezclados. Nadie podía romper esas normas, y el que se atreviera a romperlas era inmediatamente expulsado por ellas y tachado; bien de mariquita o de sinvergüenza.
Y de hecho teníamos distinto horario de recreo para no coincidir. Cuando nosotros nos metíamos en clase ellas salían a su recreo.
Mientras yo sufría sólo, en aquel internado Sevillano. En el curso escolar de 1959 al 1960 en Preingreso de Bachillerato. En mi pueblo estaba pasando algo asombroso. Según me contaron mis hermanas. Vinieron unos seminaristas y reagruparon a toda la juventud con el nombre de las Sagradas Misiones.
Mis hermanas me contaron que habían venido unos curitas jóvenes muy guapos y muy simpáticos y había un cántico que decía más o menos así: (En Jabugo en Jabugo hay misión hay misión, tocan las campanas tocan las campanas tin pan pun, tin pan pun.)
FIN DEL CAPITULO 18º: ¡AL RECREO A JUGAR¡.
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (continuara)
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