jueves, 29 de julio de 2010

CAPITULO 20º: (cuarta parte): LA FINCA DE VALDELACANA

CAPITULO 20º: (cuarta parte): LA FINCA DE VALDELACANA
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950

Mi padre también tenía en la finca una cabra de color negro que nos proporcionaban la leche y que nos la traía todos los días en una pequeña cantara de aluminio.
En una ocasión le oí decir a mi madre que: Cuando me tuvo a mí. No podía darme leche porque ella se le cortó. Y me puso una mantita debajo de la cabra que era muy mansita y cogía sus ubres y me amamantaba de ella.
En aquella finca se engordaban; Dependiendo de cómo venían ese año de cargadas las encinas de bellotas, entre cincuenta o cien cochinos Ibéricos negros; En el periodo de la montanera.
Podían poner las once arrobas necesarias para ser vendidos a los distintos mataderos. Y se solía coger el más cercano por aquello de ahorrarse el porte.
Mi padre solía venderlos en el mismo Repilao; concretamente en un matadero que estaba enfrente de la gasolinera. Creo que se llamaban Los Delgados o algo así.
También mi padre arrendaba los pastos de aquella dehesa a un pastor del norte de España que venía con un gran rebaño de ovejas y que las traía en ferrocarril hasta el Repilao.
Este pastor sabía fabricar con una simple navajilla unas cucharas de madera de encina y de cuerno o asta de toro. Eran de exposición y estaban muy bien hechas, También fabricaba cucharros de los nudos de corteza del árbol del alcornoque.
A la cuchara de encina les dejaba un prominente grosor de media esfera en el extremo del mango; que era usado para majar los ajos junto con la sal en el hornazo o cuenco; también de madera donde se elaboraba el gazpacho.
A la finca se solía ir por dos sitios. Uno era el de la carretera abajo con dirección a los Romeros y una vez pasado el puente de la ribera. Se tiraba por un camino hacia la derecha y a unos cien o doscientos metros; muy cerca del puente se encontraba un tejar que mi padre solía tirarse largo rato charlando con el que fabricaba las tejas árabes y ladrillos de taco de arcilla roja. Allí había una pequeña depresión en el terreno y se veía un horno que funcionaba con madera de encina donde se cocían las tejas y ladrillos que cubrían todos los tejados y tabiques de las casas. Las tejas de abajo era menos cóncava que las que se colocaban arriba.
El otro camino era cruzando la vía del tren por debajo de la estación de ferrocarril y atravesando la ribera cerca de donde estaba la fábrica de electricidad de Santa Teresa.
El artesano alfarero estaba allí con un muchacho que debía de tratarse de su hijo. Por aquello de.” El hijo del músico es músico” y “el hijo de la carnicera es carnicero” y el del albañil es albañil etc... Bueno al menos antes era así. Eso hoy en día ha cambiado.
En el transcurso de este medio siglo ha habido muchos cambios. Es más yo diría que diariamente se sigue cambiando. Y lo que hoy es negro mañana es blanco.
En aquella época de los 50; no cambiaba nunca nada. Hasta los precios permanecían siempre estables e inamovibles.
Los mayores cambios han venido con la democracia. Bueno diremos que fue con la entrada de Felipe González al poder; y su eslogan del autobús de campaña: “BOTAR AL CAMBIO”.
En la etapa Franquista; si una casa te había costado cinco mil reales. Se mantenía ese valor durante decenas y decenas y decenas de años. El mayor movimiento de precio, lo hemos vivido en la etapa del ladrillazo. Justo, poco después de la EXPO del 92 en Sevilla.
Después de esta Expo hubo un parón y decíamos que el globo que habíamos elaborado; lo habíamos inflado tanto que había explotado. E incluso se dijo que la expo había generado muchas deudas que había que pagar y que todos los albañiles que trabajaron en la Expo se compraron todos, un Mercedes nuevo.
Pero no se quedo ahí solo; sino que hubo un parón para tomar impulso con el ladrillo
No creo que esa etapa se vuelva a repetir.
Los bancos se negaban a cerrar el grifo; porque veían que la situación les reportaba pingues beneficios con las subrogaciones de sus hipotecas, y préstamos personales, comisiones de todo tipo: de Cancelación de hipoteca; tanto parcial como total y el T.A.E. Etc.
Los peritos tasadores de estas entidades bancarias había que pagarles por valorar las casas que se vendieran; ya sean adosadas (acosadas), pareadas, chales, pisos, parcelas, apartamentos y estudios en la playa.
Las cajas de ahorro ponían las condiciones con su índice de caja y los bancos trabajaban con el Euribor, y todos tan contentos
A los bancos sus peritos tasaban el piso por encima de su valor. Y al comprador le concedían la hipoteca por el valor que estimaban estos peritos.
Al principio concedían el ochenta por ciento del valor de la casa; pero poco tiempo daban el cien por cien e incluso daban hipotecas abiertas donde además de la casa podías meter el coche y todo lo demás.
El banco sabía que si ese mismo piso al año siguiente se arrepentía el comprador de haberlo adquirido. Ya había otro comprador dispuesto para pagar dos o tres millones más de lo que le había costado al primero.
La especulación estaba a la orden del día.
La sociedad se hizo a la idea de que había que comprar o vender lo que sea. Porque todo el mundo lo hacía.
Y al gobierno también se contagio y se le abrió un agujero en la mano por donde se le iba todo el dinero.
Todo el mundo sabía que se avecinaba un desastre, pero nadie quería pararlo. Porque el globo que habíamos creado se sabía que iba a explotar de un momento a otro.
Y todos pensábamos que: “a donde vamos a ir a parar”. Si una casa te costó treinta millones; había otro esperando para darte treinta y cinco y luego el de treinta y cinco no quería perderle dinero y venia otro y le daba cuarenta y así sucesivamente sin saber a dónde estaba el tope o el techo.
Se había pedido el pudor de pedir y si habrías la boca por un precio ya la tenía vendida. Y sin regateo.
En los pueblos le dieron por asociarse todos juntitos: promotores alcaldes y cajas y bancos; con el fin de comprar el pequeño olivar de fuera del casco urbano y cambiarlo de rustico a urbanizable.
El alcalde ponía todos los albañiles de su pueblo a trabajar ganándose votos.
Y le exigía al promotor que dejara espacios urbanizados de jardines plazoletas rotondas o glorietas y colegios para los niños.
El asfaltado de las calles, el alcantarillado las farolas, las rotondas y las cometidas de agua y luz eran también negociables entre ellos dos.
Los señores Notarios no paraban de levantar escrituras públicas. (Cuanto más escritura pública más dinero).
Hacienda pública recaudaba sus impuestos patrimoniales.
El alcalde recibía más dinero por los impuestos municipales de alcantarillado residuos solido y mínimo de agua y otros cánones.
El alcalde recibía del Mercado Común Europeo en el que nos habíamos metido. Más dinero por tener más habitantes y ser más grande el pueblo.
Cada pueblo tenía su oficina y su casa o piso piloto con su guapa azafata. Donde se exponía una maqueta con las casas o pisos que estaban en construcción. Había Primera fase, Segunda fase, Tercera fase etc.
Si llegabas en la Primera fase, donde aun no estaban ni las estacas ni las cuerdas en el suelo donde se iba a edificar. Ya tenían los mejores pisos o casas cogidas o apalancadas.
Los pisos que ya estaban apalabrados eran los orientados al suroeste, donde siempre da más el sol y Aquí viene el refrán de: “En la casa que no entra el sol ni entra el aire. Entra el médico”,
Otras de las que ya estaban cogidas eran las casas de esquinas que tenían más zona verde de jardín, los pisos o apartamentos orientados de cara al mar. Etc.
El promotor te pedía una señal para dejarte la casa o el piso asignado. Al principio era de quinientas mil pesetas. Que perdías si te arrepentías.
Más adelante te iba pidiendo más dinero según iba avanzando la construcción. Hasta llegar hasta los dos millones y medio de las antiguas pesetas. Este dinero solo figuraba en un papel que él y el comprador filmaban; pero que no servía para nada y te decía el buen señor: Que antes de entrar al notario; el papel lo romperíamos, como si yo no le hubiera dado nada. O sea que ese dinero no figuraba en ningún sitio oficial como si hubiera sido negro. Aunque a él le daba igual que fuera blanco o negro.
Así estaban establecidas las reglas del juego. Y si lo querías entrabas a jugar y si no ya estaba otro esperando para entrar.
En la segunda fase lo que antes era dos millones y medio ya iba por cinco y en la tercera por ocho y así sucesivamente. En la cuarta se pillo los dedos y no pudo vender ninguna casa porque reventó el globo y vino la crisis que no se compra ni se vende nada y te tienes que comer las casas con papa.

En pleno apogeo; no se podía encontrar ningún albañil por ningún sitio. Los hijos de estos también los metía su padre en el tajo y tenían que dejar los estudios aparcados porque el dinero que recibían era más apetecible que el futuro que le esperara con los estudios.
Señores el tinglado estaba muy bien montado. Pero vino lo que se preveía que viniera.
Los bancos cerraron el grifo del dinero y al presidente del Gobierno le dieron un tirón de oreja. Y vino la llamada crisis que nadie quería; pero todos esperábamos y que no sabíamos: ¿Cómo sería el alcance de dicha crisis?.
Creo que esto es igual que con las guerras: Se saben cómo empiezan pero no cuando terminan.
Consecuencias visibles de la crisis: Los que habían comprado tres camiones al banco para poder hacer frente a tanto transporte como le exigían las promotoras de vivienda. Ahora con uno solo tiene que le sobra y los otros dos se los tiene que comer con papa. Y seguir pagándolos al banco. Porque el banco no quiere camiones ni ventanas de aluminio que no se pueden vender ni hormigoneras vacías ni puertas ni tejas ni ladrillo ni rejas. Solo quiere el dinero pastado. Contante y sonante.
Los albañiles con sus hijos se van al paro y la bolsa de parados se va creciendo llegando o aproximándose al número cinco de millones.
Los gobernantes no tienen instrumentación para salir de esta crisis. Y se espera la Huelga General para el día 29/9/ del 2010.
Como diría un catalán: Noam pasees res.
CAPITULO 20º: (Fin de la cuarta parte): LA FINCA DE VALDELACANA
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (continuara)

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