jueves, 5 de agosto de 2010

CAPITULO 22º: (SEGUNDA PARTE) de El internado de los Salesianos de la Santísima Trinidad.

CAPITULO 22º: (SEGUNDA PARTE) de El internado de los Salesianos de la Santísima Trinidad.
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
Hay que destacar que por aquel entonces Sevilla era una gran ciudad muy comercial e industrial y faltaba mucho para que llegase el Preta Porte de las grandes superficies comerciales como Ecoru, Ecobol el Prica el Corte Ingles, Carreful. Etc. Y todos los propietarios de todas las tiendas del centro de Sevilla y directores de fábricas y los hijos de grandes familias ilustres de la Sevilla del Centro o militares con graduación superior, vivían en buena situación económica, y querían que sus hijos fueran a buenos colegios.
Con esto de la vestimenta y compostura de las chachas (marmotas) había hasta rivalidad entre las grandes casas para ver quien en la Plaza Nueva venia con mejor o peor porte o vestimenta y las niñas o niños con los mejores trapitos, siempre iban como un palmito de blanco inmaculado y bien planchado. Solían salir las vecinas a la misma hora a los balcones para ver el desfile y comparar como iban ese día las chachas o (marmotas) de cada casa y admirar como llevaban a las niñas a la plaza nueva o a la Gavidia o la plaza de San Lorenzo. Susurraban desde los balcones diciendo: (Mira esas son las hijas de Don fulano y estas otras son las de don citano) ¡OH ¡que guapas! ¡Qué bien van hoy!
Estas criadas estaban encantada de servir en casas de familia tan distinguidas y honorables y educadas y se sentían vinculadas a la casa de tal forma que allí mismo se vestían de blanco para el casamiento con un buen regalo de boda. También es cierto que algunas recibían una patada en el talle por ser menos discretas y tener esperando tres o cuatro novios en la puerta de la calle, por aquel entonces había que andar con mucho tacto por el temor al ¿qué dirán? y por consiguiente nada era verdad todo era mentira e hipocresía.
En la época de los 50 y los 60 y los 70 había mucha falsedad, mucha hipocresía y bastante cinismo. Las personas les daban vergüenza de decir que eran pobres. Y esa vergüenza les hacía vivir de una forma cínica e hipócritas convertidos en verdaderos fantasmas. Todos observando el ¿Qué dirán? Y mucho aparentar.
Allí en la plaza nueva o en san Lorenzo estaban esperando los soldaditos a las chachas para platicar. Se podía decir que había dos soldado por cada niñera, y todos tan contentos.
Hay que puntualizar que en la Sevilla de aquel entonces había un cuartel de soldados en cada barriada.
Los niños (alumnos) que estaban al otro lado de la valla del colegio de curas o monjas, iban peor vestidos eran hijos de obrero y vestían de peor manera, aparte de distinguirse por su vestimenta y su calzado, el comportamiento por la calle era de niños más inquietos daban patadas a las latas y piedras y vociferaban palabras mal sonante se agachaban y cogían cosas del suelo se peleaban entre ellos, y hacían gamberradas propias de aquella época, como la de romper las bombillas de la farolas etc.
En los hermanos Maristas el pago de la enseñanza era sufragado en la mayoría de los casos por la empresa donde trabajaban los padres, que podría tratarse bien de una empresa estatal o bien de una de las grandes empresas que existían por aquel entonces dirigidas por empresarios catalanes o vascos, o bien por una empresa minera estatal como la de Villa Nueva del Río y Minas en la provincia de Sevilla donde los mineros disfrutaban de poseer un Economato donde tenían toda la alimentación que necesitaban y que después se lo restaban de la nomina.
También disponían de un cupo asignado de leña o del carbón que ellos mismos habían sacado del fondo de la tierra y que serbia para que los trenes de franco pudieran circular a lo largo de todo el tendido de vías férreas de España. Tanto en la campaña de los tres años de guerra como en la posguerra de los años 50.
La enseñanza en los años 1950 era muy cara y no todo el mundo se lo podía permitir el pagarla.
Mi internado en los salesianos, fue como eso; un internado parecido a una tentativa de quererme domar como si fuese un potro de los que yo veía dar vueltas y vueltas a base de latigazos en Jabugo desde la tapia del Bacie en la calleja al lado de los nogales de Águeda.
Un año después se vino toda mi familia a la gran capital Sevillana que da cobijo a todo aquel que llega y testigo de aquel año es una foto que tengo. Intentare ponerla en mi blog para que la veáis todo el que quiera. antonsandom@gmail.com
Esta foto donde estamos todos los hermanos se hizo en la inauguración de la 1ª temporada de verano en la Piscina Sevilla situada en la Avenida Ciudad Jardín donde iniciamos un curso de natación y aprendimos los siete hermanos a nadar perfectamente. Se pueden observar los trajes de baño que eran de confección casera. Aunque a primera vista pareciese de una bou tic de de alta costura o recién salido del taller de Ágata Ruiz de la Prada. Era el año 1960 y aunque delgaditos os puedo asegurar que éramos todo fibra y músculos, las grasas se quemaban y desaparecían de nuestros cuerpos, debido a nuestra hiperactividad, siempre jugando y dando saltos. Hoy en día después de cincuenta años los niños de esta edad tienen otra fisionomía; están más gorditos debido a la vida sedentaria de estar sentados en el ordenador y de la comida rápida del Burguer kin.
CAPITULO 22º: (FIN DE LA 2ª PARTE) de El internado de los Salesianos de la Santísima Trinidad.
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
Un saludo de DON PEDRO JUNIOR (CONTINUARA)

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