domingo, 15 de agosto de 2010

CAPITULO 25º: EL DIA DEL BOLLO EN JABUGO

CAPITULO 25º: EL DIA DEL BOLLO EN JABUGO
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO DE JABUGO EN 1950
El día del bollo es una tradición antiquísima que podría proceder de los leoneses o asturianos que repoblaron estas tierras allá por la RECONQUISTA y que se celebra el domingo de resurrección.
Consiste en una comida campestre a modo de pigning americano y que el elemento central es un bollo en forma de rosca elaborado con matalahúga y con un huevo duro que se cuece al ser horneado junto al bollo y queda con su cascara incrustado en el centro.
Mi padre ese día nos llevaba al puerto. Nombre que recibía el pequeño olivar que heredó de sus tíos y allí pasábamos un hermoso día con una manta tendida en las hierbas sobre aquel suelo verde y muy cerca de la carretera que va hacia el pequeño pueblo del Castaño y Alajar.
De fondo se escuchaban los primeros grillos de la primavera que con sus canticos tratan de decirles a sus congéneres que es allí junto a su agujero, donde está su territorio y que no se acerquen porque habrá pelea territorial.
También con esos cantos llaman a las hembras para que vengan a aparearse y con ello perpetuar la especie.
Los demás grupos de personas formando conjuntos de familia, no estaban muy separados de nosotros, se situaban al otro lado de la carretera, con cánticos y buena pitanza. Aquel era un gran día para todo el pueblo.
El olivar que mi padre en vida no quiso vender. Se lo vendió mi Madre a Luís el municipal por cien mil pesetas de las de antes. Una vez muerto mi Padre; Luis no quedó muy conforme con esta venta porque el testamento que dejo mi Padre no decía nada de que su esposa enajenase nada de lo que él no se quiso desprender en vida; Y le quedaba a Luís el municipal la duda de que si alguno de los 7 hijos de Don pedro quisieran reclamar algo el día de mañana; pudiendo existir pleitos y problemas. Cosa que nunca estuvo en nuestro ánimo de hacer, puesto que todo lo que hizo mi madre lo dimos por bien hecho y empleado y todas las decisiones suyas fueron rigurosamente respetadas y así quedara para siempre. Puesto que mi pobre Madre vivió solo y exclusivamente: Dedicándose a una entrega total en pro de sus hijos y nietos.
Hay que señalar que por aquella fecha no se le estaba permitido a ninguna mujer hacer transacciones de dinero de ningún tipo. Y es mas la mujer que manejara algún fajo de dinero, gozaba de muy mala fama porque se le criticaba como fulana o prestamista.
El único ser supremo en la selva era el León y en los humanos. El hombre.
Él era el único ser que traía y podía manejar el dinero, y en caso de fallecimiento de este. El albacea testamentario.
En el caso nuestro. Mis padres escogieron a un Alférez de los que se llamaban Provisionales de Franco y que habría estudiado algo de Bachillerato en la Republica o quizás hasta hubiera hecho la licenciatura en Leyes pero sin ejercer.
Mi Padre después de escuchar a muchos candidatos que necesitaban dinero calentito. Porque los banco les habían hecho bastantes hipotecas; no pudiendo responder a los pagos de sus préstamos. Siendo ellos conocedores de los apercibimientos de embargo de sus tierras. Buscaban el dinero de Don Pedro que acababa de recibir de la venta de Valdelacana que fueron por un millón y setecientas mil pesetas.
Mis padres se decidieron; Escogiendo de albacea testamentario a este señor; cuyo nombre voy a callar para no herir susceptibilidades que según me contaba mi pobre Madre le costó mucho trabajo conseguir que este buen señor le devolviera sus dinero mensual que le estaba asignado para poder dar de comer a sus siete hijos.
Según él decía argumentando: Que el dinero lo tenía a buen recaudo en inversiones en los Bancos a los cuales les costaba mucho trabajo soltar los intereses y no tenían dinero para dar.
Creo que esto de los dineros siempre ha sido y será igual. Son muy pocos los que manejando la miel no se chupan los dedos.
E incluso en una ocasión le oí decir a mi pobre Madre al respecto: Que al final y después de tanto esfuerzo en pedirle lo que era suyo y que recibía por cuenta gotas del citado Testaferro. Se quedó el buen Señor con algún dinero por entregar. Poniendo por escusa: ¡Doña Ángeles¡ Yo ya no soy yo, sino mis circunstancias y es mi mujer la que dispone de los dineros, y que él ya no mandaba ni podía hacer nada.
Mi pobre Madre que no era amiga de los pleitos tan solo se conformo con contárselo al párroco de la Iglesia de La Concepción. En La Gran Plaza de Sevilla. Y el cura le respondió. Hija mía: ¡El Hombre es bueno hasta que deja de serlo¡
Mi Madre me lo contó un día de una forma confidencial y hoy hago saber aquí.
Y digo más: De los muertos solo se debe de decir la verdad. Porque entre otras cosas no están aquí para defenderse. Y esto que os pongo no es nada más que la pura verdad.
Que cierro con la frase que el cura le dijo a mi pobre Madre. Con la única y sola intención de que alguien la coja y le sirva de aviso. y no tropiece en esta piedra

FIN DELCAPITULO 25º: EL DIA DEL BOLLO EN JABUGO
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO DE JABUGO EN 1950.
UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (continuara)

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