domingo, 27 de junio de 2010

FIN DEL CAPITULO 16º: EL TRECE DE MAYO EN MI PUEBLO. Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO DE 1950

CAPITULO 16º: EL TRECE DE MAYO EN MI PUEBLO.
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO EN 1950
Todos los trece de Mayo eran esperados con gran júbilo y alegría por todos nosotros. Pero este 13 de Mayo de mediados de los 1950 fue especial.
Pasearon la imagen de la virgen milagrosa que decían venia desde Portugal.
Era la Virgen de Fátima y la pasearon por las calles que para tal finalidad habían puesto el suelo todo cubierto de juncos y juncias verdes, romero y flores de todos los olores y colores como si se tratase del día del “Corpus Cristi”.
El último trayecto lo hizo por mi calle, La calle Galaroza y los niños nos situábamos todos en la acera de la derecha y las niñas en la de la izquierda. Cada uno llevábamos una velita blanca encendida en la mano y a la Virgen la transportaban a hombros con dirección a Galaroza o Repilao donde le dirían las mismas oraciones y el mismo recibimiento con cánticos y alabanzas.

Todos los 13 de mayo nos dejaban que hiciéramos un prolongado recreo para que buscáramos las bonitas flores silvestres que nacen en el campo por detrás de las Escuelas y el camino que sale del matadero de María la carnicera bajo los castaños y las encinas y alcornoques, los lirios morados las margaritas los jancitos silvestres, los dedales las grandes flores con un dedo largo amarillo en el centro del pétalo blanco en forma de cucurucho de papa frita de Mª la Pica etc.. Y cada uno con nuestro ramo se lo poníamos a la imagen pequeñita que estaba en el colegio en una hornacina en la pared de la clase, dentro de las Escuelas.
Después todos cantábamos aquello de: el trece de mayo la virgen Mª bajo de los cielos a cova veiria: ave ave ave Mª etc. Etc. Y como no sabíamos portugués pues terminábamos
el cántico diciendo: anunciando este día.
Aunque a decir verdad, las fiestas por arraigo tradicional de las cruces de mayo son las de Almonaster la real cerca de mi pueblo donde las muchachas lucen el traje tradicional de serrana propio de aquella zona.

También por aquellas fechas habían las cruces de mayo, y en grupos íbamos los chavales por las calles con cánticos de: ¡Que viva la cruz de arriba que viva la cruz de abajo! La cruz de arriba no vale ni la de abajo tampoco. Eso que quiere decir que vivamos todos nosotros, que vivamos todos nosotros, y que no pare la función, unos por la calle arriba y otros por el callejón.
Jugábamos y canturreábamos aquello de ¡hilo blanco¡ ¡mas pa alante¡ ¡hilo negro¡ ¡mas pa alante¡ ¡bulto veo y de aquí no me meneo¡
FIN DEL CAPITULO 16º: EL TRECE DE MAYO EN MI PUEBLO. Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO DE 1950
UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (continuara)

No hay comentarios:

Publicar un comentario