CAPITULO 14º: LA CAMPANA MAYOR DE MI PUEBLO del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO DE 1950
Por aquella época se rajó la campana mayor de la torre de tanto usarla.
El cura párroco que era bético y cuando ganaba su equipo tiraba cohetes en el paseo, para poner irritados a dos hermanos que vivían al lado del casino con una hermana y ellos eran Sevillistas. La eterna rivalidad.
A lo largo de la liga de futbol anual. Unas veces ganaba uno y otras el otro. Y Así siguen hasta nuestros días. A excepción de si agunos de los dos cae en la segunda division.
Se hizo una derrama entre los parroquianos y una tómbola diocesana para mandar a fundir de nuevo la misma campana y se bajó desde el campanario; arrojándola y cayendo sobre un gran montón enorme de leña que amortiguaba el golpe sobre las grandes y negras losetas de pizarra del suelo del porche. A pesar de todo. El porrazo fue tan grande y estrepitoso que dañó el pavimento.
Se montó la enorme campana sobre un camión con intención de llevársela para que la fundieran de nuevo a una capital que estaba más para ya de Despeña perros. Tirando hacia el norte.
Aquel acontecimiento no se lo perdió ningún parroquiano y por supuesto allí estuve yo como siempre y en primera fila sin perderme un detalle, se sacaron sillas al paseo, como si fuesen localidades para que nadie se perdiera el espectáculo.
Pasados unos meses regreso la campana nueva y reluciente. Se volvió a poner ayudada con unos polipastos y muchas sogas; en el mismo sitio en el Campanario. Concretamente en la cara de la torre que está el reloj ¿No sé cómo se llamaba la Campana?; pero creo que era la Santa María. ¿Si alguien me lo quisiera confirmar?. Le quedaría agradecido por haber aportado y colaboración en estas Historias. Que espero, algún día cuando estén terminadas adornen la vitrina de la Biblioteca municipal de mi pueblo. Para disfrute de todo el que quiera saber de esa década de los años cincuenta en Jabugo.
Al pueblo también vinieron a visitarnos en otra ocasión 4 o 5 chavales jóvenes mineros de muy corta edad y que habían sido víctima de las graves intoxicaciones que producían las minas de plomo y mercurio de Linares y la Carolina en Jaén. El espectáculo era dantesco al ver a los muchachos de 15 o 16 años.
Venían exhibiéndose por todos los pueblos de nuestra sierra. Dejando a todos impresionados por tan dantesco espectáculo.
Tan jóvenes moviendo los brazos y las manos sin poder tener control de pararlas como si tuviera azogue (nunca mejor dicho) o una cosa parecida al baile San Vito.
Don francisco nos explico al día siguiente en clase; de cómo les había sobrevenido a esos muchachos esa enfermedad profesional que los marcaria para toda sus vidas.
Y nos dijo que el contacto prolongado con el metal líquido del mercurio y el plomo y sus gases al ser penetrados por los poros de la piel, son los que se encargan de paralizar las extremidades del ser humano.
Los muchachos se sentían observados por nosotros, como si se tratase de un espectáculo. Pero ellos no daban muestra de enfado ni desencanto sino todo lo contrario. Como si no tuvieran nada. Jugaban y se gastaban bromas entre ellos y corrían a meterse en el locutorio de la telefónica como queriendo comunicarse con su familia por teléfono.
No sé qué habrá sido de aquellas criaturas tan jóvenes que nos dejo consternados confuso y abatido el ánimo; Porque no habían dicho. Que esa enfermedad no tenia cura.
FIN DEL CAPITULO 14º: LA CAMPANA MAYOR DE MI PUEBLO del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO EN JABUGO DE 1950
UN SALUDO DE DON PEDRO JUNIOR (continuara)
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