CAPITULO 8º (Primera Parte)El alazán de Pastor Sánchez del Libro: Autobiografía de un niño de Jabugo en 1950.
Era un potro de pura sangre de color negro como un tizón y con un pelo muy brillante y muy limpio y bien cuidado.
Posiblemente podría tener 4 años de edad.
Pero era el prototipo de caballo “puro andaluz”, Que nada podía envidiarles a los caballos árabes de cola levantada ni a los ingleses de cuello largo y fino.
El caballo era una joya, difícil de ver hoy día, como no sea en láminas bien enmarcadas de cuadros expuestas en sala de consultas de Señores colegiados.
Pero yo.Como siempre; Estaba allí abajo a pocos metros, cerca de la puerta de mi casa; Y fui testigo de todo.
No sé cómo me las arreglaba pero siempre estaba metido en todos los tinglaos.
El caballo subía por una empinada rampa que tiene el sótano de la casa de Pastor Sánchez Miro donde tenía el alojamiento su hermoso caballo negro.
El se disponía a sacarlo como hacia a diario y a la altura de dicha puerta saca el caballo la cabeza y medio cuerpo para salir a la calle tirado de las riendas de su amo. Cuando en ese preciso momento, asomaba también por la calle arriba, el camión de Agabo(El padre de mi amiga Mari Cruz) que se disponía a bajar por aquella calle tan empinada, accionando los estrepitosos frenos de zapata que tanto ruido hacían.
Y entre el escandaloso ruido del camión con la zapata, y el caballo que se asusta y no quiere meterse dentro reculando ni salir hacia fuera por la proximidad de la cabina del camión tan grande colorado que se le echaba encima. Ocurrio la ecatombe.
Aunque le obligara y pusiera todo su empeño el hijo mayor de Pastor Sánchez que era quien llevaba las riendas y quería que retrocediera su potro o que saliera corriendo.
No había forma de que reculara el caballo, ni de salir por lo que se le venia encima y con tanto ruido de frenos.
Hubiera hecho falta mucha fuerza para meter el potro hacia dentro y tranquilizar aquel semental de pura sangre.La situación era como querer acorralar a un caballo salvaje. Y ocurrió lo inevitable; sin poderlo remediar.
El camión llegó a coincidir con el caballo que estaba nervioso e inmóvil y estático e inquieto y asustado en el mismo sitio sin poder reaccionar por los acontecimientos.
Así ocurrió el desastre, (entallándolo) o quedando aprisionado por el camión en el mismo quicio de la puerta de salida; Cogiendo al potro por la clavícula o brazuelo izquierdo y produciéndoles grandes cortes musculares.
El caballo estuvo colgado bien sujeto, por unas bragas durante tres días en un madero, abajo en el sótano de su casa. Mi amigo Miguel Ángel me invitaba a que lo viera y pude ver al veterinario haciéndole curas y poniéndoles inyecciones de carísimos botes de antibióticos. El veterinario puso todo su empeño y mucho más para sacarlo hacia delante; Pero al final dos mulillas se lo llevaron arrastrando por la calle barco y con dirección a una cancela situada en el costado izquierdo de la fábrica de Sánchez Romero Carvajal que da acceso a un camino cuesta arriba para enterrarlo en el campo.
Entre los ruidosos frenos de zapata del camión de Agabo y la fuerza y el ímpetu de un potro entero y difícil de manejar con tanto estruendo. Vino lo inevitable.
Aquellos frenos nada tienen que ver con los actuales de la versátil energía Hidráulica; ni con los eléctricos; de los grandes camiones Suecos BOLVO; Si no que, eran peores que los del carro de los minutos cargado con cuatro y cuesta abajo hasta la fuente Quino.
La fatalidad hizo que existiera ese accidente mortal, que tuvo como desenlace la perdida de tan hermoso y ejemplar animal.
Un saludo de: DON PEDRO JUNIOR (un saludo) CONTINUARA
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