Capitulo 6º Alrededor del escafotes de castaña
(2ª parte)
No veas cómo le tuvo que doler la picadura del alacrán que le dio en el dedo de la mano a mi vecino de por arriba de mi casa: Placido, el nieto de Josefa la cazurra. Chillaba como un condenado, mientras su abuela le puso un líquido rojo en una palangana y le ayudaba a meter la mano en aquella agua colorada.
!Que¡ ¿quiso coger el bicho con la mano?
¡No¡. Dicen que fue ayudando a su tío que estaba arrancando papas del huerto, y al coger una mata, estaba allí escondió, precisamente donde puso la mano para jalar (tirar) pa arriba.
!Oye tú¡ ¿porque le llamas Maqui a este?
Porque su padre arregla las maquinas de coser, igual que me llamáis a mí. Don Pedro Junior porque mi padre es DON PEDRO, y su nombre es ANTONIO.
El otro día a través de mi corral vi a mi amigo Manuel el cazuela que vive pegado a mi corral pero en la calle Lisboa y estuvimos juntos y me enseño una castaña que le tenía clavada una puntillita inclinada de tal forma que le había atado una cuerda fina y liado muchas vueltas sobre la puntilla, luego la cogía por el extremo de la cuerda y al dejarla caer experimentaba un movimiento que nos resultaba muy gracioso.
Ya era el momento idóneo de arrojar sobre las brasas o rescoldo las castañas que habíamos traído, y seguidamente sin intervalo de tiempo las enterrábamos con la misma tierra movida que teníamos alrededor de la candela.
No parecía que allí hubiera ocurrido nada, no había humos ni nada que nos delatara y tenias que poner la palma de la mano sobre aquel montículo de tierra para que pudieras apreciar que la tierra estaba caliente y que algo se cocía allí debajo de aquel montecito que con el calor de las brasas enterradas cambiaba la arcilla de color
Pasado cerca de un cuarto de hora. Que nos daba tiempo para que cada uno sentado en su improvisado aposento de piedra, siguiéramos contando batallitas y algunos cuentos; antes de empezar a escarbar como gallinitas con nuestro palito, buscando las sabrosas castañas calentitas y bien asadas.
Contábamos cosas como estas:
Valla el carro de madera que se han hecho los dos hermanos Minuto, tiene freno de zapata y se montan encima de aquella tabla hasta tres o cuatro en lo alto; se tiran cuesta abajo que van embalao, casi rozando el suelo desde la Yutera a la fuente Quino.
Como no pasa ningún coche pues no hay problemas en llegar hasta la fuente; sin ningún obstáculo que los paren. Y siempre vigilando por si viene “La Pareja”.
La vuelta la hacen andando cuesta arriba y con el carro a cuestas.
Claro como su padre es mecánico les trae los cojinetes usados grandes y les enseña a construir el carro.
Yo soy capaz de hacerlo mejor que ellos.
!Si hombre¡ si aquí en este pueblo el más tonto hace relojes suizos.
¡Oye, tú¡ ¿qué me has llamado tonto?
¡No hombre¡ eso es solo, una expresión que se dice, y no pasa nada; yo lo he dicho sin ninguna intención.
¡Eso es una metáfora¡.
Una ¿meta qué?
Metáfora.
¡Ah¡ Ya, eso que Don Francisco nos conto de Los Fenicios: Que venían a Cádiz y a Málaga para negociar y nos enseñaron a cultivar los olivos las viñas y venían en barquitas de vela en forma de cartabón y que se llaman velas latinas.
Vera este: ¿ donde querrá ir a parar?.
¡Falino¡: ¿qué nos estás contando?
Po eso: Que Los Fenicios venían aquí a negociar con sus cambalaches, y en esas barquitas tenían unas tablas alos laos con agujeros donde metían unos cantaros picuos en la base y de dos asas; llenas de aceite y de vino y de atún en escabeche y las ataban con una soga por las asas para que no se movieran. Y así era como se llamaban esos cantaros.
¡Que no Falino¡ que lo que tú dices: son Ánfora y esto es Metáfora. No confundas la gimnasia con la magnesia. Ni las ovejas merinas con las churras.
!Di que no¡ Maqui que te ha llamado tonto por la cara, ¡mójale con saliva la oreja¡
Veras, si aquí va haber castaña para rato, a ver si va a llegar la sangre por ahí abajo hasta la rivera Galaroza.
El se ha referido a Luís el tonto, al que le falta un ojo y es muy habilidoso y capaz de hacer hasta relojes, y todo lo que quiera, ¿no habéis visto la iglesia del pueblo que te ha hecho de maderitas él solito?, es idéntica a la original y es preciosa, no le falta de nada, tiene todo: el porche la torre con su campanario y sus campanas el arco de entrada, las bóvedas, y las dos puertas de entrada una en el paseo con las dos palmeras y otra la que da a la plaza abastos.
Luís ha hecho muchas más cosas de esas.
Bueno pero el reloj que haga Luís será de corcho y por ser de corcho atrasara las horas mucho, y los días en vez de 24 horas serán de ocho.
Yo creo que se refería a Avelio, el que va andando siempre por medio del empedrado de la calle o las acera. Siempre muy limpio y escamondado pulcro y aseado y con su traje muy bien planchado, y enseñando el pañuelo como la Verónica para que lo vea todo mundo, que no tiene ningún moco y esta impecablemente limpio.
Se ve que tiene madre y padre que miran por él, le limpian le cuidan y le asean. De esta forma si tiene sus padres que miran por él, siempre será una persona feliz y no desgraciada, porque desgraciado es aquel que no tiene padre ni madre ni perrito que le ladre.
Dicen que el ojo de Luís, lo perdió en el tiempo de la guerra civil. Que él era un niño y llamaron a su puerta y se puso a ver quién era por el agujero de la cerradura, fue cuando un canalla le arrojo agua hirviendo y le quemo un ojo; dejándolo tuerto para toda su vida.
Bueno yo no quiero carro ni me voy hacer ninguno, no quiero perder los nudillos de la mano raspando el suelo de la carretera cuando agarre el manillar. Me conformo con tirarme desde la resbaladera que está enfrente de la cantina. Del carpintero cojo al lado de la Yutera, y lanzarme sentado en lo alto de un saco de yute.
Cuando llegábamos a nuestras casas de vuelta para almorzar; no había nadie que nos reconociera. Todo manchado de colorado de la arcilla roja. Que parecíamos auténticos alfareros de Triana que hacían loza fina.
Si pero tienes que esperar a que llueva para que se forme el barro, sobre aquella arcilla tan fina y de color rojo que tiene la cuneta.
FIN DE LA 2ª PARTE del capítulo 6º Autobiografía del niño de Jabugo de 1950 ALRREDEDOR DEL ESCAFOTE DE CASTAÑA. Don Pedro Junior (CONTINUARA)
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