martes, 18 de mayo de 2010

CAPITULO 5º ( 4ªparte) MI AMIGO EL MAQUI del libro Autobiografia de un niño en Jabugo de1950

RE: No me publican mi escrito 5º Capitulo de: Mi amigo El Maqui. 4ªparte.
Mis padres entre peleas y treguas llegaba la paz y siempre fabricaban un chiquillo y así se juntaron con siete. Aunque a decir verdad fueron dos casos de mellizos.
Claro tampoco había planificación familiar y mucho menos los anticonceptivos que hay hoy.
Y por supuestos nada de televisión porque todavía no había llegado a España esta tele que tanto contribuyo a estar todos bien informados y con la información unificar las diferencias tan grande que había de clases sociales.
Mi amigo el Maqui se sentía a gusto conmigo y yo con él;de tal forma que él se veía protegido dado mi posición social acomodada, al ser el hijo de Dª Ángeles y de Don Pedro y yo agradecido de estar tan distraído de tantas cosas que me enseñaba y que difícilmente hubiera aprendido con ninguna otra persona del pueblo.
También él estaba solo sin hermanos; a mi me pasaba lo mismo, puesto que mis hermanas eran cuatro pero más pequeñas que yo y del sexo opuesto, otra cosa hubiera sido si hubieran sido todos varones.
Esta sociedad que hice con mi amigo Maqui me produjo muchos quebraderos de cabeza por parte de mis padres.Mis padres no veían bien esta union creada por nosotros dos, pero se resignaban a tal evidencia.
El tenía una jaula con un hermoso jilguero de cabeza grande con el madroño muy rojo y un cuerpo muy estilizado, que me decía que era su mejor pájaro que había tenido y que le llamaba Federico.
Me decía que era un Jilguero del paso de los que venían en invierno desde Inglaterra huyendo de las nieves y buscando el clima cálido de Andalucía donde seguro encontrarían comida abundante.
El jilguero tenía un canto muy fuerte y variado y cuando venían sus congéneres lograba que se a posaran encima de la jaula o muy cerca de ella.
La jaula donde tenía a su Federico era muy espaciosa alta y cuadrada con dos puertas y un gran gancho que en su base se le apreciaba una pequeña bola de madera.
Cuando salíamos de su casa. La jaula” Daba el Cante” y no precisamente el jilguero.
Mi amigo se empeñaba siempre en llevarla escondida tras su cuerpo; tratándola de cubrirla con él, pero por mucho empeño que el ponía, siempre se le veía un trozo de jaula por los lados. Yo llevaba los demás achiperres: La pequeña lata de sardina que contenía la liria el botecito de penicilina que tenía el aceite de oliva, un pequeño trapo y un manojo de varillas rectas y bien peladas que parecían juncos.Yo observaba a mi amigo cuando hacíamos nuestras incursiones por aquellas tierras baldías donde crecían los jaramagos los cardos borriqueros y todo tipo de semillas que a estos pájaros granívoros les gustan tanto.
La liria la fabricábamos en un sitio asqueroso y nauseabundo se llegaba por la Calleja y estaba ubicado a unos 50 o 60 metros de las Escuelas. Aquel sitio se llamaba el "Bacie" donde siempre había alguna pequeña candela humeando de contenedores inservibles, puntillas dobladas y oxidadas que enderezabamos por si nos hiciera falta para las jaulas de grillo y latas de conserva de pescado vacías, trozos de flejes mojosos y con mucha herrumbre, zapatos rotos y sin posibilidad alguna de reparación por el zapatero de la calle del Castaño, y suelas de zapatos viejos de crepe. El sitio era una preciosidad: Aquello apestaba más que el borde de un nido.
Allí estábamos los dos en plena tarea con una pequeña lata de sardinas que al meterle los “maganditos” (unos trozos de crepe y unas piedras amarillas llamadas pez rubia que es lo que le ponen en el interior a las botas de vino para hacerlas estanca). Aquel hediondo sitio era muy frecuentado por nosotros. Creo que nadie se atrevia a acercarse alli a no ser que fuera a tirar algo inservible.
Poníamos el recipiente encima de la lumbre y con las emanaciones toxicas salía toda ardiendo y nos hacia toser. Apagábamos la lata meándonos encima de ella como si estuviéramos intentando sacar un grillo terco que después de localizado su agujero se negara a salir con la varilla finísima de tallo de avena. El animal no entendía lo que pasaba con tanta agüita calentita amarilla y salía todo borracho limpiándose las antenas y los ojos.
Aquello echaba mas humo que la chabola de la pobre Bichita que teníamos detrás de nosotros y que para poder calentarse la infeliz; quemaba las ramas de eucaliptos verde que allí había.
Detrás nuestra teníamos los nogales de Águeda y de frente una pared de piedras donde nos empinábamos y veíamos como domaban a un potro, dándoles vueltas y más vueltas y ayudado con un largo látigo. Era la parte trasera de la casa de Miguel Sopa o muy cerca de allí.
Con el transcurso de los años no se poner en pie quien era el domador de caballos.
Nosotros no cogimos el tétano porque o bien no queria estar el virus allí entre tantas puntillas oxidadas o porque Dios no quiso Que Lo cogiéramos.
Nuetras manos se ponian negras de la liria y era muy dificil elimiarla de los dedos. Usabamos para la limpieza de las manos el aceite de oliva que yo traia en el pequeño bote de penicilina y el aceite se lo quitaba del perol de mi cocina. Pero siempre se quedaba algo pegado de la liria negra ponzoñosa entre los dedos que nos delataba.Y nuestros pequeños cuerpecillos olian a perros muertos.
Mi amigo miraba hacia todos lados a ver quien venía por el camino o por la carretera o quién era el chivato que nos vigilaba para después criticarnos y decirselo a nuestros padres o a las catequistas. Y decirselos a las catequistas era decirselo a todo el pueblo. Luego vendria las reprimendas.
El me decía que no bajara nunca la guardia, cuando poníamos nuestras trampas o lirias cosa que no comprendía bien el ¿porque?.
Puesto que yo estaba seguro de que no le hacíamos nada malo a nadie por andar por aquellos campos, y cunetas aunque no fueran de nuestra propiedad, pero de tanto verlo a él, me contagiaba esa actitud suya tan expectante, siempre asustadizo y vigilante; girando la cabeza para todos lado y alerta a cualquier ruido;de tal forma que tanto mirarlo, adquirí mas habilidad que él para esconderme.
CAPITULO 5º(CUARTA PARTE) de: Mi amigo El Maqui. Fin de la 4ªparte (continuara) Un saludo de (DON PEDRO JUNIOR)

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