miércoles, 8 de septiembre de 2010

CAPITULO 43º EN JABUGO CAEN LOS GORRINOS DEL CIELO

CAPITULO 43º EN JABUGO CAEN LOS GORRINOS DEL CIELO
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO DE JABUGO EN 1950.
En Jabugo corrió la noticia de que caían los cochinillos del cielo.
Y aquello fue cierto. Era un día por la fiesta de San miguel. Y en la calle de las Escuelas; estaban montados todos los puestos de la feria: Había puestos de turrón del pueblo extremeño de Castruera (Badajoz).
Venia un hombre con una mesa de tijera que ponía en el paseo un artilugio que colgaba de una guita un botellín de cerveza de la Cruz del Campo, y en su perpendicular ponía un palito de pié sobre la mesa; que había que tocarle con el botellín en la trayectoria de vuelta cuando hacia su ciclo completo de ida y vuelta.
Cada lanzamiento de ida y vuelta costaba una perra chica. Y si tumbabas el palo te daba una peseta. El reto era tentador, pero no había forma de tirar el palito dichoso.
El hombre primero te hacia una prueba y siempre acertaba tumbando el palo.Nunca puede conseguirle el truco a aquel hombre. No sé si estratégicamente movía una pata de la mesa levantándola y dejándola inclinada lo suficiente para que le diera el botellín al palo o tal vez él se ponía el palo a su gusto en un sitio ya estudiado. No lo pude averiguar nunca.
En la plaza de abastos pusieron también las barcas. Que consistía en montarse uno enfrente del otro y a modo de péndulo íbamos remeciéndonos hasta llegar a conseguir buena altura. Algunos más osados llegaban a dar la vuelta completa. Aunque el hombre estaba al tanto poniéndole el freno de palanca y trozo de goma de neumático de camión debajo en la quilla para que no se elevaran tanto.
Mi amigo el Maqui le tenía que decir que parara de empujar la barca. Cuando superaba la horizontal; porque me mareaba y cerraba los ojos inclinado la cabeza hacia el suelo. Yo no serviría para astronauta.
Había un puesto de tiro con carabina de aire comprimido; Este venia del pueblo de Hinojales y fabricaba los balines de plomo allí mismo en su puesto, derritiendo la tubería de plomo y con un molde fundía y fabricaba los perdigones, Algunos del pueblo le proporcionaba la materia prima y hacia cambalaches con él de: Tanto kilo de tubería de plomo por una cuarta parte de perdigones. O sea Por un kilo de tubería; trescientos gramos de balines.
Esta operación la solía hacer uno que era mucho más mayor que yo y que no pienso delatar. Pero que me pedía a mí; La materia prima. Engañándome como a un lugano; diciéndome: que me iba a traer pajaritos y me iba a llevar a cazar con una escopetilla de aire. Yo caía incauto como un zorzal en una hormiga con ala (alúa).
A un niño que fácil es engañarle.
Y sin que se enterara nadie; Yo iba al doblado donde tenía guardado mi pobre Padre la tubería de plomo para poner un grifo en el tinao y le quitaba un trozo y se lo tiraba desde el balcón, abajo al suelo de la calle donde estaba el “pieza” aguardando el material y se iba con sus buenos amigos que tanto lo estimaban y que eran de sus edad. No sé si repetí dos veces la misma operación con trozos de una cuarta de largo. Porque llego el momento en que me di cuenta.
Como niño tarde barios días en enterarme que estaba siendo manipulado y como ni me llevaba a cazar ni me traía ningún pájaro le dije con viento fresco; que se había enterado mi padre que le faltaba plomo.
A mí me gustaba tirar a la escopeta de aire en el puesto. Lo que pasaba es que en mi casa me daban poco dinero para balines y Debía de haberme dado cuenta antes y hubiera hecho mejor el cambalache con el dueño del establecimiento. No sé si lo pensé alguna vez pero me frenaba el hecho de que el hombre era de Hinojales igual que mi madre. Y si me delataba había San Palermo para rato.
Las escopetas de los puestos tenían el muelle flojito y el punto de mira y el alza estaban doblados y no había forma de partir ningún palillo de diente.
Alguien dijo una cosa tal como así: QUIEN CONSIGUE ALGO CON MALAS ARTES. LO PIERDE TODO. Y SI NO SE LO CREE: SE PIERDE ÉL Y LO QUE HA COGIDO.
A mi pobre Madre en Sevilla a lo largo de su vida y por ser una mujer viuda y con siete hijos y tres nietos. Algunos truhanes intentaron hacerles daño. De hecho una vez un heroinómano le robo el instrumental cuando iba a inyectar a los enfermo a sus domicilio. También le quitaron por el método el tirón el bolso y la arrastraron por la acera y una vez metió a pintores en su casa y le robaron 60,000 pesetas que tenía preparada para pagarles. Todas estas picarescas maligna de hoy en día me las contaba mi madre y yo le decía: !Mama¡ ¿dime quien ha sido? Dime quien ha sido que en la calle yo lo ligo y se le da un escarmiento. O se les da conocimiento a las autoridades para que lo sepan. Y mi pobre Madre me decía: No hijo eso no. Represalias o venganzas eso si que no. DEJALO QUE EN EL PECADO LLEVA LA PENITENCIA. Esta frase se la oí repetir muchas veces. Cada vez que le hacían una trastada.
No llegaba a comprender el significado de aquella frase. Como mi madre tenía tanta fe cristiana. Creí que se trataba de alguna oración o frase hecha.
Pero con el tiempo y recapacitando llegue a la conclusión del significado de lo que me quería decir. Y estaba claro que lo que mi madre me decía con su mensaje es: Que si al truhán se lo deja después de haber hecho su fechoría; se crecerá y seguirá haciéndolo cada vez más y mejor y perfeccionándose con muchas más gente incauta e inocente. Pero todo el mundo sabe que ese camino tiene corto el trayecto y que el ladrón tiene las patitas muy cortas y algún día lo cogerán y dará con sus huesos en la cárcel. (O sea que él solo al cometer esos atropellos ya tiene y lleva su penitencia en esos actos que va sumando) !Flaco favor el que se le hace a esos desdichados¡

Había a lo largo de la calle varios puestos más; y las cunitas estaban instaladas en al final de la calle; en el patio de recreo de las Escuelas. (A las cunitas en Sevilla se les llama las calesitas)
Me sentaba en una cunita de aquellas y daba vueltas y vueltas y solíamos empujarnos unos a otros dando un fuerte empellón con los pies al que se sentaba delante de nosotros y las cuatro cadenas tan largas aguantaban lo suyo.
Ha mediado de la calle y al lado de donde está la fuente hay un callejón con techo o pasaje que va cuesta abajo a donde vivía Hortensia la del pan y en esa misma calle ha mediado de ella, pusieron en tiempo una discoteca.
La entrada al callejón también estaba casi tapada por un puesto de juguetes y mira por dónde; en el techo de aquel pasaje tenía un hombre unos cochinos engordando esperando la Montanera. Con tanto ruido de puestos y cacharritos y de bullicio de la gente; Los cerditos se pusieron nerviosos y rompieron la tela metálica precipitándose al vacío desde ese doblado, y cayendo en lo alto de la lona del puesto.
La gente no daba crédito a lo que pasaba pero se fue corriendo la noticia de que en jabugo caen los guarros del cielo.
PLATON dijo: EL SABIO HABLA PORQUE TIENE ALGO QUE DECIR Y EL TONTO HABLA PORQUE TIENE QUE DECIR ALGO.
FIN del CAPITULO 43º EN JABUGO CAEN LOS GORRINOS DEL CIELO
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO DE JABUGO EN 1950.

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