domingo, 5 de septiembre de 2010

CAPITULO 41º LA VISITA A LA GRAN FÁBRICA Y OTRAS COSITAS MÁS.

CAPITULO 41º LA VISITA A LA GRAN FÁBRICA Y OTRAS COSITAS MÁS.
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO DE JABUGO EN 1950.
Una vez nos invitaron a ver la Gran fábrica de Sánchez Romero Carvajal.
Éramos pocos; quizás cinco o seis y nos enseñaron en las bodegas donde colgaban los extraordinarios perniles y veíamos como movían unos medio bidones cargados de troncos de encinas ardiendo y tirando de él lo movían de un lado para otro con el fin de ahumar o secar esas carnes que estaban en alto colgadas de alcayatas sobre maderos de castaños.
Pasamos por distintas zonas de despiece y sobre un mostrador pudimos ver un montón de riñones todos iguales como si fueran piedras lavadas de la ribera. En Jabugo llamados chinas.
También al final del recorrido pudimos ver una piscina que tenía en su interior un gran montón de altramuces mojados. Que no se qué significado podía tener tanta cantidad de (chocos). Posiblemente podría tratarse de la última voluntad del animal antes de morir.

El autobús de línea regular que va hacia Sevilla un día yendo por aquellas curvas tan peligrosas y con aquella pendiente que acelera el coche sin tu querer. Se quedó sin frenos a mitad de la carretera de Galaroza mucho antes de la intercesión con la general que va al Rosal de la Frontera.
La pericia y el talento del conductor evito un desastre irreparable.
El conductor alertó a todos los viajeros y les dijo: ¡que no cunda el pánico¡ ¡La zona de la derecha levantaros de los asientos¡ y tiraos sobre el suelo del pasillo o sobre los asientos de la izquierda.
Pretendo frenar el autobús metiendo las ruedas derechas en la cuneta y rachear sobre la pared el costado derecho del autobús.
No quedo ni un solo cristal en las ventanillas y el autobús llego a quedarse inmóvil después de perder casi todo el lateral.
No hubo que lamentar ninguna víctima solo rasguños de cristales sin importancia.
Pero el desastre hubiera sido peor de no haber tenido la genial idea ese conductor. Porque en la zona de la izquierda solo hay un precipicio de muchos metros de profundidad y que daría vueltas y más vueltas por todos aquellos huertos de hortaliza hasta llegar a la rivera. Y si por el contrario hubiese llegado a la carretera general sin saber a qué velocidad podría haber alcanzado en ese sitio. Bueno mejor no pensarlo.


Desde la yutera vino un niño todo embadurnado de negro de alquitrán. Parecía un Conguito relleno de chocolate. Tan solo se le podía apreciar los ojos que con mucha dificultad abría y cerraba.
Decía que se había caído en un bidón de brea o nafta del asfaltado que estaban echando en la carretera.
Lo traían dos muchachos corriendo y se metieron por la calle de Portugal o Lisboa o por ultimo creo que llama Silencio. Allí dentro de aquella calle sin salida era donde vivía el chichillo. Después salió la madre desconsolada y se lo llevaba al dispensario para que lo curaran porque se podía quedar la piel sin respirar y causarles graves problemas.
Con aceite de oliva le quitaron el Chapapote y luego quedo como una anécdota más.

Subiendo por una calle empinada que baja hacia las Escuelas y por allí arriba. Vivía el más aplicado de la clase. Don francisco siempre lo ponía como ejemplo diciendo: Muy bien Sotero o Zoilo. (Creo que era Sotero su nombre).Aunque tengo mis dudas porque son los dos nombres tan parecidos .
Era de estatura baja y siempre lo sacaba a la pizarra y le había asignado una banca en la primera fila.
Y le decía con asiduidad:” Eres el mejor”; que siempre me traes los deberes hechos de casa. Tú serás alguien el día de mañana. No estos zoquetes que cuidaran pavos y cochinos toda su vida.
Me vine para Sevilla y no sé qué fue de aquel chico, ni de todos los demás.

FIN DEL CAPITULO 41º LA VISITA A LA GRAN FÁBRICA Y OTRAS COSITAS MÁS.
Del libro: AUTOBIOGRAFIA DE UN NIÑO DE JABUGO EN 1950.
Un saludo de DON PEDRO JUNIOR (CONTINUARA)

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